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Orden de la Merced

La Orden de la Merced surgió con el fin de lograr redimir a las católicos cautivos en manos de musulmanes, siendo fundada en Barcelona en el año 1218 por San Pedro de Nolasco. Además de los tres votos tradicionales que cumplían las órdenes -de pobreza, obediencia y castidad-, ellos añadían un cuarto que los llevaba a luchar por la liberación de los más débiles en la fe, aún sacrificando su vida en el intento.

Los mercedarios tuvieron relaciones con Chile desde los primeros contactos que entablaron los conquistadores españoles con el territorio, ya que sus frailes se unieron al proyecto de Diego de Almagro cuando éste se dirigió con su hueste a explorar las tierras al sur del Perú.

El primer mercedario que se instaló definitivamente en Santiago fue el Padre Fray Antonio Correa a mediados del siglo XVI, luego de que Pedro de Valdivia pidiera autorización al virrey para acrecentar el contingente humano para la conquista de Chile. Desde su llegada, el Padre Correa se entregó al objetivo de las misiones indígenas y se convirtió en uno de los tres capellanes de ejército que se encontraban en Santiago en esos años.

Hacia 1564 se constituyó la Provincia Mercedaria en Chile, lo que sancionó la autonomía de la orden respecto de los mandatos emitidos por las autoridades eclesiásticas del Virreinato del Perú.

Los frailes de la merced fueron partícipes directos en la fundación de ciudades del sur, como Concepción, Valdivia e Imperial, instalándose allí rápidamente con el fin de continuar su labor evalagelizadora. Hacía 1566 tenían conventos en Santiago, Concepción, La Imperial, La Serena y Angol, y contaban con terrenos para edificar en Valdivia, Osorno y Villarica. Precisamente, el conocimiento de los territorios y pueblos indígenas del sur, les permitió entablar relaciones directas con los indígenas a través del apredizaje del mapudungun que les permitió potenciar la cristianización. El cumplimiento de su cuarto voto, los hizo estar presente en muchas de las batallas que se libraron en el sur de la Capitanía General de Chile, en las que muchos de estos frailes murieron en enfrentamientos entre colonizadores españoles y la resistencia local.