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Inquietudes sentimentales (1917)

En 1917, Teresa Wilms Montt se encontraba en Buenos Aires, en donde participó de círculos literarios y de la bohemia de esta ciudad. Vicente Huidobro (1893-1948) "la introdujo en el medio literario porteño, pues él mantenía correspondencia con Alfredo Bianchi, el editor de la revista Nosotros, donde Wilms Montt inició sus apariciones públicas". Nosotros (1908-1943) fue un medio editado por Bianchi (1882-1942) y Roberto Giusti (1887-1978), "quienes, además de tener la revista, realizaban publicaciones bajo el mismo sello editorial" (Alvarado, Marina. "Ni aristócratas, ni rebeldes, ni tristes ni contentos: Escritura y Revistas Literarias de Joaquín Edwards Bello, Teresa Wilms Montt y Vicente Huidobro". Literatura y Lingüística. Número 21, 2010, p. 41-42). Wilms "vive la vida bohemia argentina donde es bien recibida. Participa en cenáculos y ateneos; asiste a conciertos y recitales" (González-Vergara, Ruth. Teresa Wilms Montt. Un canto de libertad. Santiago de Chile: Debolsillo, 2021, p. 136).

En este contexto, Teresa Wilms publicó su primer libro, Inquietudes sentimentales, por el sello editorial de la revista Nosotros. El volumen fue firmado por la autora con el nombre Thèrése Wilms Montt y contó con grabados del artista argentino Gregorio López Naguil (1894-1953), quien también ilustró En la quietud del mármol. Este fue el único de sus libros que inscribió en el Registro de la Propiedad Intelectual de Santiago de Chile, "quizá en un afán de dejar constancia de su nueva vida como escritora" (Marrero, Erika. Teresa Wilms Montt. Escritura e identidad. Tesis doctoral Universidad de las Palmas de la Gran Canaria, 2015, p. 339).

Inquietudes sentimentales está conformado por un texto introductorio y cuarenta y nueve poemas en prosa. En la sección "Preliminar" la autora expresó una aclaración a quienes leyeran su libro: "Al ofrecer estas páginas al lector, no he pretendido hacer literatura. Ha sido mi única intención la de dar salida a mi espíritu, como quien da salida a un torrente largamente contenido que anega las vecindades necesarias para su esparcimiento. Escribo como pudiera reír o llorar, y estas líneas encierran todo lo espontáneo y sincero de mi alma. Allá van ellas, sin pedir benevolencias ni comentarios: van con la misma naturalidad que vuela el pájaro, como se despeja el arroyo, como germina la planta..." (Wilms, Thérèse. "Preliminar". Inquietudes sentimentales. Buenos Aires: Imprenta Mercatali, 1917, p. 5).

En su momento de aparición, la obra "concitó la atención de inmediato y la Imprenta Mercatali se vio abocada a sucesivas reediciones ese año pues agotó en meses (sic)" (González-Vergara, Ruth. "77 años de 'Inquietudes sentimentales'". La Época. 13 junio 1994, p. B6).

En relación con sus influencias estéticas, se ha observado en la obra rasgos vanguardistas, al presentar "elementos surrealistas, dadaístas, no exentos de humor, cierta ironía y sensualidad. Son poemas curiosos, con unas expresiones atrevidas que aluden a la vida y a la muerte; a la soledad" (González-Vergara, p. B6). También se ha indicado cierta vinculación con el Modernismo, visible en elecciones léxicas y "a través de la utilización de imágenes como: 'fuente cristalina', 'crepúsculos pálidos', 'odoratísimo' ('muy oloroso'), 'lapizlázuli'; y metáforas como 'Sus cabellos eran topacios diluidos' o 'Era su boquita un cántaro de rubíes'" (Marrero, p. 344).

La crítica se ha referido -como uno de los rasgos centrales de la obra- a la presencia de emociones. Se ha destacado su sentimentalismo, "o para ser más exactos, la reproducción sublime de sus emociones, en una suerte de autobiografía lírica. Son páginas que tratan de expresar su estado vital, su dolor y sus ansias de descansar, de morir. Esta veta sentimental conecta con la tendencia finisecular en boga en Francia y Chile, al expresar de manera liberada sus pensamientos, sus emociones, sus inquietudes. La psique en estado puro expresada con lirismo, con un lenguaje plástico, en el que tienen cabida los símbolos, la fantasía, lo macabro y el erotismo de lo demoníaco. Pese a ello, en sus poemas predomina la coherencia" (Marrero, p. 339).

La escritura de Wilms se inició en un momento en que "el activismo feminista -aún antes de que existiera tal término o ante la ausencia de una militancia formal como es el caso de nuestra escritora- se construyó alrededor de una tensión central insistente: la que se abre entre la razón asociada a lo público y la supuesta locura femenina construida a través del desborde emocional, merecedora de la reclusión en el orden de lo privado" (Macon, Cecilia. "Teresa Wilms Montt: la visceralidad como activismo". 452ºF. Número 17, 2017, p. 193). En este sentido, se ha interpretado que, en el libro, lo íntimo no se ciñe a la expresión de "meras emociones", sino que los afectos se expresan mediados por el cuerpo, por lo visceral. Así, para Cecilia Macon, este libro se inscribe en "los primeros momentos del feminismo", que se sustentan, "no en un reclamo por hacer a un lado la identificación de las mujeres como seres emocionales y por ello irracionales e incapaces, sino en uno aún más revulsivo: desarmar el modo en que son pensados los afectos en su potencialidad política aboliendo la distinción entre lo público y lo privado y haciendo de la visceralidad un aspecto clave de la política" (p. 197-198).