Como nos introduce el autor: "Durante sus primeros años fueron muchos los impactos que modelaron la personalidad de Lucila Godoy Alcayaga. El mágico valle del Elqui, matriz inicial de sus protoaprendizajes, troqueló en ella un modo caracterológico peculiar ("me dieron gesto y mirada"), operando regresivamente como un anclaje basal de sustento telúrico ("olorosa tierra"), tanto biográfica como poéticamente ("el constante retorno al pasado elquino", que dice P.P. Zegers). La deprivación económica y cultural significó también una experiencia temprana que imprimirá su sello en el estilo cognitivo y en la actitud resiliente que distinguió su trayectoria vital. Si a ello agregamos el abandono del padre a los tres años, una presunta violación a los 7, la falsa acusación de ladrona en su etapa escolar, un despido arbitrario de su cargo en el Liceo y, luego, la negación de su ingreso a la Escuela Normal de La Serena, la situación social y afectiva que debió afrontar la niña Lucila resultaba altamente discriminante y muy egodistónica para su proyecto de vida. Todo este cúmulo de contrariedades la marcó matricialmente, lo cual se agrava si agregamos la serie de injusticias e incomprensiones que recibió diacrónicamente en distintos momentos e instancias en su país".

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