Esta retrospectiva histórica, organizada en Santiago en septiembre de 1873, consideraba distintas manifestaciones materiales del pasado colonial. Los 600 objetos exhibidos se dividían en doce grupos, a saber retratos históricos, muebles y carruajes, trajes y tapicería, objetos de culto, objetos de ornamentación civil, utensilios de casa, joyas, colecciones numismáticas, objetos de la cultura indígena, objetos de la industria chileno-colonial, armas, manuscritos y autógrafos de la era colonial. Si bien la mayoría de los objetos eran originales, en general prestados por los miembros de las familias de la élite colonial o por los distintos monasterios y conventos de Santiago, algunos también eran copias o habían sido encargados para la misma Exposición.

La exposición, marcada por la personalidad de su principal organizador, Benjamín Vicuña Mackenna, establecía le necesidad de romper con un mundo colonial dominado por la tradición virreinal y su anclaje al gusto hispano, estableciendo una nueva materialidad propia del desarrollo de una república asociada al progreso y la civilización de inspiración francesa. Se buscaba instalar un nuevo orden de objetos en donde lo colonial se veía sustituido por los cánones neo-clásicos y eclécticos. Sin embargo, lo hacía desde una postura de conocimiento, donde las piezas expuestas daban cuenta de los avances alcanzados por la Nación chilena independiente, lo que generó un debate con sus mismos correligionarios liberales, que subrayaron el carácter conservador de la muestra y la falta de originalidad del arte colonial, conduciendo a su desvalorización estética.