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Salones en el siglo XIX

Si bien a fines del siglo XVII el salón era considerado un espacio de carácter íntimo y doméstico orientado a la práctica musical, a principios del siglo XIX, estos espacios sirvieron como escenario para reuniones más amplias entre sujetos de clase acomodada.

En estas instancias, conocidas popularmente como tertulias, además de circular ideas, se escuchaban y comentaban las últimas piezas musicales editadas por los almacenes de música: adaptaciones de piezas vocales de ópera, opereta y zarzuelas; así como se practicaban danzas con coreografías grupales, de cuadros y de pareja. En este sentido, los salones constituyeron una escena intermedia entre la música de concierto y la música popular.

Si bien los salones se asociaban tradicionalmente a las clases acomodadas, a mediados del siglo XIX, estos espacios y sus prácticas de sociabilidad comenzaron a ser adoptados y reinterpretados por diferentes sectores de la sociedad chilena, como inmigrantes, artesanos y obreros.

La diversificación de este espacio impulsó la industria musical gracias, entre otras razones, a la inclusión del piano en la música de salón y, posteriormente, de la guitarra. El salón obrero alcanzó su máxima expresión con las filarmónicas de la pampa salitrera, donde surgieron diversas manifestaciones musicales y teatrales.