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Arriero y criancero

La práctica del arriaje consiste en guiar al ganado de un lugar a otro aprovechando al máximo los recursos que la zona permite. El arriero es el encargado de realizar esta labor velando por la seguridad y alimentación del ganado. Por su parte, el criancero es quien se dedica al cuidado y crianza del ganado.

Tanto el arriaje como la crianza generan un amplio sistema de intercambio comercial que, asociado a la exportación de ganado, ha permitido la conectividad y el intercambio comercial entre distintos lugares de la zona, estimulando así el trueque.

A lo largo de la historia se ha constatado la existencia de dos tipos de arrieros: el primero, asociado al desarrollo de la hacienda, es considerado un arriero profesional, quien cobraba un sueldo y estaba dedicado exclusivamente al traslado de ganado a pie u otros bienes, figura que perduró hasta finales del siglo XIX. El segundo, desarrollado las cultura kolla y atacameña, es un tipo de arriaje de subsistencia donde se intercambiaban productos agrícolas cosechados en las comunidades.

Sin embargo, se estima que con el desarrollo de la cultura diaguita se comenzó a practicar la trashumancia en el Norte Chico, en particular con la ganadería de de llamas y alpacas. Durante el periodo colonial, se instalaron zonas exclusivas de pastoreo en los valles e introdujeron la cabra, animal que por su tamaño y menor valor económico fue ubicada en las quebradas y llanos precordilleranos, dando origen a la crianza y arriaje caprino en el sector.

Tras la transformación de la hacienda, la crianza caprina se transformó en una de principales actividades de la zona, abasteciendo de carne, cuero y queso al Norte Grande durante el auge del ciclo salitrero.

A lo largo del siglo XX, el arriaje en la zona se ha concentrado mayoritariamente en el ganado caprino y ovino y ha permitido la articulación entre territorios como el desierto y la puna. En la actualidad, familias de arrieros transportan sus propios animales y bienes hasta sectores cordilleranos, buscando agua y alimento dependiendo de las estaciones del año. Estos ciclos transhumantes se denominan como "invernada", que identifica el traslado en época invernal hacia tierras más bajas y "veranada", que señala el traslado de animales en verano a tierras más altas.