Subir

Julio Bertrand como arquitecto

El Centenario de Chile impulsó una transformación arquitectónica liderada por el Gobierno para celebrar los 100 años de vida republicana. De esta manera, surgen grandes obras de arquitectos chilenos titulados en Europa que volvían a trabajar al país como fue el caso de Julio Bertrand quien, en la oficina con su primo Emilie Jérquier participó en la realización del Palacio de Bellas Artes y la Estación Mapocho.

En 1914 se asocia a Pedro Prado en una oficina de arquitectura, espacio en el que realizará sus proyectos más destacados. Una de estas obras fue el Cité de las Palmas, levantado a un costado de la Quinta Normal en 1914 y en donde vivió con su familia. Julio Bertrand quería que la calidad de vida y la belleza se fusionaran en una edificación que mirara de frente al parque y lo incorporara como su jardín. El Cité de las Palmas destacaba sobre otros conjuntos habitaciones de este tipo por su tamaño, elegancia y cuidado en los detalles. De inspiración Tudor, se levantaron ocho viviendas simétricas en su diseño conectadas por un acceso común compuesto por dos torreones de 4 niveles. Las casas convergían en un patio donde se encontraban las palmeras que le dieron nombre al cité, el que fue pensado como punto de encuentro entre sus habitantes.

Precedido de fama por su medalla de oro en I´Ecole Raspail de París, Julio Bertrand fue uno de los arquitectos favoritos de la oligarquía de la época, quienes le encomendaban el diseño de sus mansiones en los solares recién adquiridos en la ribera sur del río Mapocho, al frente del Parque Forestal. Entre las casas que diseñó en esta zona se encuentran la de José Ramón Balmaceda y Ricardo Valdés Bustamante. Además, los vecinos de la zona le solicitaron el diseño del acceso norte del Cerro Santa Lucía, entre otras obras.

A su vez, con Los Diez realizó la sede del grupo en la intersección de las calles Tarapacá y Santa Rosa y comenzó el diseño del Palacio Bruna que fue finalizado por Pedro Prado.

Sus proyectos más personales y vanguardistas fueron la torre de Los Diez en el balneario de Las Cruces y la casa de campo encargada por Juan Antonio Tocornal que, pese a que fueron planificadas, no alcanzaron a construirse debido a su prematura muerte.

La Torre de Los Diez iba a estar ubicada en la punta de un acantilado de 17 metros de alto. Sobre ella se alzaría una construcción de 33 metros, con 5 pisos con estilo gótico, alcanzando un total de 50 metros.

A su vez la casa para Juan Antonio Tocornal era, en sus planos, un hito totalmente moderno. Sobre una planta L, proyectó una torre redonda en la esquina, mientras que los otros lados los rodeó por arcos que conformaban un patio central.