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Jaula gruesa para el animal hembra (1972)

Jaula gruesa para el animal hembra fue el primer libro de poesía de Alicia Galaz Vivar. Publicado a través de las ediciones Mimbre-Tebaida, en la ciudad de Arica, este libro causó bastante extrañeza en la crítica literaria de su tiempo.

Abordado desde lecturas que fijaron su mirada en características más o menos superficiales -como su título o su estructura formal- hasta acercamientos que enfatizaron su valor ideológico, Jaula gruesa para el animal hembra fue un libro excéntrico en relación con los temas que trataba en un momento particular de la historia de Chile, en el que tanto la política como la cultura intentaban pensar y llevar a la práctica una vía chilena al socialismo.

Temas como el aborto, la violencia de género y la autodeterminación de las mujeres pasaron inadvertidos para gran parte de la crítica del tiempo o fueron subsumidos en lecturas universales que despojaban a la figura de la mujer de su especificidad política.

Matías Rafide, en su reseña del libro, escribió: "A primera vista, se advierte rebeldía ante los convencionalismos y prejuicios que limitan al ser humano y le impiden proyectar su existencia más allá de esquemas preestablecidos. Existe un evidente conflicto de valores con la sociedad que pretende esclavizarnos, someternos a rígidos moldes de pensamiento y de conducta" ("Jaula gruesa para el animal hembra de Alicia Galaz". El Heraldo, Linares, 2 de septiembre de 1972, pág. 3).

No obstante esta recepción de Jaula gruesa para el animal hembra, existieron otros críticos que -leyendo el libro de Galaz desde una perspectiva de cruce entre literatura y política- apuntaron a esos valores que en la actualidad son vistos con mayor claridad.

Floridor Pérez, utilizando los conceptos de "literatura de protesta" y "literatura de compromiso", que eran usuales para la crítica de izquierda del tiempo, escribió: "Una y otra toman, en la poesía de Alicia Galaz, formas muy particulares e interesantes: se da en ella, por un lado, una especie de crítica sexo-social, que es su protesta por el papel injustamente postergado que lo femenino, la hembra, la mujer tiene todavía en la sociedad burguesa. (…) A la par de esta denuncia surge el compromiso como una segunda motivación: compromiso con el hombre que construye un nuevo orden, en que la hembra debería ser -realmente- liberada de sus barrotes ("Jaula gruesa para el animal hembra". La Tribuna. Los Angeles, 19 de junio de 1972, p. 4).

En medio de un clima político de vanguardia, Jaula gruesa para el animal hembra obligaba a repensar el papel de la mujer, primero, en la literatura chilena y, luego, en la política cotidiana cuyo proyecto utópico era alcanzar el socialismo como horizonte de igualdad. Así, al problema del rol de la mujer en la sociedad chilena de comienzos de 1970 se sumaba el problema del rol futuro de esta en una sociedad socialista.

Para Mario Milanca esta situación de marginalización de la mujer se manifestaba de manera clara en los versos de Galaz: "Esta mujer de carne y hueso sufre en esta sociedad de clases de una doble explotación, primero por ser proletaria y luego por ser mujer" ("Jaula gruesa para el animal hembra". La Defensa. Arica, 5 de agosto de 1973, p.2).

Más allá de las posibles reservas o dificultades históricas que impidieron apreciar los alcances de Jaula gruesa para el animal hembra de manera compleja, para otros críticos, como Alicia Enríquez, este libro fue a la vez un testimonio de la opresión social y sexual que vivían las mujeres en Chile y un signo vivo de ese horizonte igualitario que otorgaba legibilidad a las prácticas políticas y culturales comprometidas de entonces: "Estrecha ha sido la jaula en que la mujer ha girado convertida en animal sexual y paridor. (…) Pero he aquí que entre los barrotes se divisan otras cosas: la igualdad social, conquista de derechos, participación plena en la resolución de los problemas humanos. (…) Necesario es ensancharle el horizonte a TODA MUJER, librarla de las prohibiciones y advertencias que la inmovilizan (…) Cada vez más gruesa, en verdad, tendrá que ser la jaula si se quiere seguir conteniendo al animal-hembra. Y con barrotes de acero además, hasta los cuales no llegue el aire de la expansión que reclama, porque si el esposo, el hijo van a la lucha, a la revolución, queremos ir con ellos (…), ya que 'heridos estamos todos, reinventemos ahora el mundo'" (Enríquez, Alicia. "Alicia y su 'JAULA'". La Unión. Valparaíso, 9 de julio de 1972, pág. 7).