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Laboratorio de Fisiología de la Universidad Católica

En 1931, a dos años de fundada la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Católica, se inauguró el Laboratorio de Fisiología. Se contrató al científico catalán Jaime Pi-Suñer para que asumiera la cátedra de Fisiología y liderara los trabajos del laboratorio. Joaquín Luco se ofreció como ayudante del recién arribado profesor Pi-Suñer, quien se presentó como investigador y no como docente, cuando en Chile solo habían escasas excepciones de quienes hacían ciencia experimental, como era el caso de Alejandro Lipschütz en Concepción.

Pero ese ímpetu del fisiólogo catalán se debilitó a medida que se enfrentaba con la realidad de un país que no contaba con presupuesto para nutrir la biblioteca de libros ni suscripciones a revistas científicas internacionales que le permitieran acceder a material actualizado de la investigación internacional. Pi-Suñer renunció en 1934 a poco más de dos años de llegado al país, decepcionado por la precaria situación en que se encontraba el desarrollo científico en Chile. En la tesis de Joaquín Luco -prologada por Pi-Suñer- el español escribió: “es seguramente en él [Luco], en quien influyó más productivamente mi paso (…) Para Luco aquellos años fueron una revelación, despertar en un mundo nuevo”. Y efectivamente Luco reconoció cómo aquella experiencia fue determinante para que se dedicara a la investigación.

Fue reemplazado por Ignacio Matte, quien al poco tiempo también partió a Europa para perfeccionarse. Finalmente fue Héctor Croxatto quien se hizo cargo del laboratorio y se incorporó como profesor de fisiología en esta Universidad.