Subir

La obra de Carlos Dorlhiac y su recepción crítica

La participación de Carlos Dorlhiac en el Salón de Santiago de 1915 marcó un punto de inflexión en su carrera artística. En un momento en el que debatía su práctica entre la pintura al óleo y el dibujo, el reconocimiento que obtuvo en dicho Salón constituyó una primera motivación para dedicarse al dibujo de manera exclusiva.

Este primer reconocimiento por su trabajo como dibujante se consolidó a través de una serie de exposiciones, entre las que destaca su primera exposición individual completamente dedicada al dibujo en el Salón Rembert en 1919.

Ampliamente recibida por la crítica del tiempo, la exposición de 1919 consiguió comentarios laudatorios de escritores y críticos como Manuel Magallanes Moure, Nathanael Yáñez Silva, Ginés de Alcántara (seudónimo de Juana Quindos), Paulino Alfonso, Ángel Cruchaga Santa María, Marcelle Auclair, Sara Hübner o Francisco Donoso.

No obstante esta positiva recepción, existieron algunos textos que le reprocharon -como el firmado por SILEX, aparecido en el diario La Nación del 10 de junio de 1919- la decisión de supeditar la "frescura" de sus dibujos a la perfección técnica (Valle, Juan Carlos. Carlos Dorlhiac: la lente y la pluma. Santiago: Hilo Azul, 2010, p. 37) o el comentario del artista Abelardo Bustamante que criticaba la obra de Dorlhiac, reprochando además que "los literatos le hicieron gran claque" (p.41).

Esta afirmación, realizada en un momento de la historia de Chile en el que la crítica de artes visuales no se había desarrollado por completo en el espacio de las publicaciones periódicas, tuvo la virtud de hacer evidente, por un lado, la falta de especificidad de la crítica del tiempo y, por otro, la necesidad de un pensamiento crítico desarrollado por especialistas.

Esta falta de especificidad de la recepción de las artes visuales -espacios ocupados principalmente por escritores y críticos de literatura- condujo a cierto desfase entre el desarrollo de las prácticas y el saber artístico reinante en Chile. El arte en la mayor parte de las publicaciones periódicas de entonces era comprendido "estrictamente bajo el 'paradigma' de la figuración a la clásica o a lo sumo de corte realista-impresionista, mientras que por esta época, Picasso ya ha pasado sus etapas rosa y azul, ha pintado Las señoritas de Avignon y Kandinsky ha pintado en 1912 lo que se considera el primer cuadro abstracto" (p. 34).

Carlos Dorlhiac contó, a lo largo de su carrera, con cierto favor de la crítica que -representante de un paradigma realista en términos amplios- siempre premió el virtuosismo y el detalle del dibujo en su relación con el referente, sin considerar la evolución de su labor artística que incorporó el uso de la fotografía como herramienta de estudio y referente auxiliar de sus dibujos, mezclando en su método de trabajo procesos técnicos y labor manual.