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Neutralidad

El 4 de agosto de 1914, una vez que la guerra fue declarada en Europa, el gobierno chileno a través del Canciller Enrique Villega comunicó a los países en conflicto su neutralidad de acuerdo a las convenciones establecidas en la Segunda Conferencia de Paz de la Haya en 1907. Esta decisión se enmarca dentro de las dificultades económicas que esto podría traer con los países beligerantes debido a la importancia del comercio del salitre (elemento básico para la fabricación de pólvora) con Alemania.

A este escenario, se sumó la posición estratégica del territorio nacional en el Pacífico, y a la cantidad de islas que podían ser utilizadas como centrales de abastecimiento, sobre las cuales la Armada no tenía un total monitoreo debido al número reducido de navíos con los que contaba.

No obstante, pese a las dificultades y presiones existentes, Chile mantuvo su posición de neutralidad, lo que en actualidad es tema de debate por parte de la historiografía, debido a la relación económica sostenida durante el período con Gran Bretaña.