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Al margen de los libros

A muy temprana edad, Armando Donoso se consolidó en el campo de la crítica literaria chilena. Sus colaboraciones en diarios y revistas, que comenzaron hacia 1910, la aparición de la antología Parnaso chileno durante ese mismo año y del libro de ensayos sobre escritores nacionales contemporáneos titulado Los nuevos (1912), colocaron a Donoso "en el centro del panorama de la crítica literaria nacional" (Silva Castro, Raúl. "Estudio preliminar". La literatura crítica de Chile. Santiago de Chile: Andrés Bello, 1969, p. 29).

Precedido por el trabajo que realizó en un lapso de alrededor de cuatro años, en 1912, Donoso fue invitado por Fernando Santiván (1886-1973) a redactar una sección semanal de crítica literaria en Pluma y lápiz. Esta revista, editada 8 años después de la aparición del último número de la revista homónima dirigida por Marcial Cabrera Guerra (1871-1914), se publicó entre julio y septiembre de 1912 y alcanzó a editar nueve números en los que Armando Donoso escribió la columna "Al margen de los libros".

En el texto "Charla programa", publicado en el primer número de Pluma y lápiz, Donoso expuso los propósitos de la sección, que pretendía mostrar la producción de escritores contemporáneos, poetas y novelistas nacionales y extranjeros, por intermedio de la recolección de su experiencia de lectura: "Santiván desea mantener en su revista una sección hebdomadaria de letras. El propósito no puede ser más interesante y más escabroso: una página es medida más que estrecha para hablar de un escritor, sobre todo si se trata de hacer algo más que un apunte y una bibliografía curiosa. Sin embargo, fuerza es acceder a los gentiles deseos del Director de Pluma y Lápiz, y contener las fugas de la pluma para hilvanar tan solo apuntes y cosas interesantes cogidas al azar a través de lecturas e impresiones fugaces" ("Al margen de los libros. Charla Programa". Pluma y lápiz. Año 1, número 1, 19 de julio de 1912).

"Al margen de los libros" se planteó como una sección abierta a recoger "todo lo que está dentro de la república un si es no es platoniana de la literatura". En sus páginas, Donoso escribió sobre escritores actuales como los españoles Azorin y Ramón del Valle Inclán o el argentino Juan José de Soiza Reilly, también de Hipólito Taine y Menéndez Pelayo, Heinrich von Kleist o las conferencias sobre educación que dictó Enrique Molina (1871-1964) en la Universidad de Chile en septiembre de 1912.

Defendió, además, las nuevas tendencias literarias de los ataques que le dirigió Diego Dublé Urrutia (1877-1967) en "Rumbos literarios", texto aparecido en el quinto número de la misma Pluma y lápiz, reafirmando su compromiso con una generación de poetas de la que fue uno de sus principales lectores: "Concedámosle al señor Dublé Urrutia el derecho de lo que desea: vivir en pleno anacronismo creyendo que la poesía murió con Lamartine y con don Ramón de Campoamor. Empero, nosotros, continuemos en la creencia de que la lírica actual está más cerca de nuestros anhelos de hombres modernos, porque es más humana, porque todo lo penetra con sobria sutileza y porque abomina de la retórica, de la gramática y de ese clasicismo empalagoso y hueco de los Ercilla, de los Ronsard y de los Moratines, habidos y por haber" ("Al margen de los libros. Un resucitado". Pluma y lápiz. Año 1, número 6, 23 de agosto de 1912, p. 5).

Tal como la revista de Cabrera Guerra, que fue tribuna de escritores chilenos jóvenes vinculados con el modernismo, Pluma y lápiz, por intermedio de Armando Donoso, quiso convertirse en un espacio para la difusión de la nueva literatura chilena.