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Un periodista de la Colonia: La Gaceta Jocosa

Para nosotros el periodismo y el movimiento son sinónimos. Vivimos en una época de fiebre y la prensa que refleja esa infatigable actividad se ve obligada a cambiar a cada instante (…), debe tener la movilidad del aire y la fugacidad de la ola

(Orrego Luco, Augusto. "Un periodista de la Colonia: La Gaceta Jocosa". Revista chilena. Tomo 10, 1878, p. 85).

La relación de Augusto Orrego Luco con la prensa comenzó en 1870 cuando publicó en el periódico El Ferrocarril (1855-1910) el texto "Teatro lírico de Santiago". Este primer artículo, junto a otros relacionados con la actividad cultural de la capital, le permitieron hacerse un nombre en la escena periodística chilena (Aravena, Fidel. Don Augusto Orrego Luco. Santiago de Chile, 1951, p. 48).

A partir de esa década, colaboró en diversos medios de la prensa nacional, como La Revista Nueva (1900-1903), La Época (1881-1892), diario donde trabajó Rubén Darío en su paso por Chile, La Patria de Valparaíso y El Mercurio de Valparaíso, en los que publicó numerosos artículos que dieron cuenta de sus amplios intereses -que iban desde la literatura a la ciencia- y de su visión sobre el periodismo.

Al respecto, Orrego Luco, en el artículo "Un periodista de la Colonia: La Gaceta Jocosa", publicado en la Revista Chilena (1875-1880), realizó una descripción detallada de las características formales e ideológicas de la publicación en el contexto social revolucionario que se vivió durante los últimos años de la Colonia española en Chile: "Vamos a tratar de bosquejar la fisonomía de ese volumen interesante como un origen de nuestra prensa y un recuerdo de otra edad" (Orrego Luco, Augusto. "Un periodista de la Colonia: La Gaceta Jocosa". Revista chilena. Tomo 10, 1878, p. 85).

Publicada entre el 15 de octubre 1802 y el 21 de febrero de 1815, en la ciudad de Santiago, La Gaceta Jocosa, que se repartía "tres y hasta cuatro veces por semana" (p. 84), poseía una enunciación humorística o satírica que -a siete décadas de su publicación- hacía dificultoso identificar el grupo de lectores a los que se dirigía e interpretar los contenidos que trataba: "De esta manera daba cuenta la Gaceta de alguno de esos lances domésticos, transparentados en esa época para todos sus lectores. Hemos perdido la clave que servía para interpretarlos y darles interés y nos encontramos ahora en presencia de esos hechos como los viajeros en presencia de los jeroglíficos de Oriente" (p. 86).

En este sentido, aunque insistía en que establecer de manera definitiva la filiación ideológica de La Gaceta Jocosa era complejo, Orrego Luco la entendió como una "manifestación expresiva e involuntaria de la vida colonial" (p. 84) que daba cuenta del gusto de la época, "gusto gótico por la alegoría, por lo artificial, por la disipación del ingenio sin objeto y sin propósito", y hacía posible especular sobre el contexto en el que surgió, a partir de los artículos que publicaba y las formas que utilizaba para presentar sus contenidos, principalmente la alegoría: "O bien se puede ver al través de esa constante alegoría el pensamiento oprimido por una legislación imperiosa que le niega su manifestación espontánea y natural y lo obliga a presentarse bajo el disfraz de la ficción. De todos modos ese género literario solo se concibe que puede vivir en un pueblo que desconoce el buen gusto o desconoce la libertad" (p. 88).

Según Orrego Luco, la "monótona igualdad de su fondo y de su forma" (p. 85) reforzaba la idea de la tendencia monárquica de la publicación, sobre todo en contraste con la contingencia política y social del tiempo, en el que se vivieron las transformaciones que condujeron a la independencia nacional: "De 1802 a 1815, desde el primer número hasta el último de esa colección, la sociedad chilena había experimentado un cambio profundo en todas sus manifestaciones y sobre todo en su periodismo. Camilo Henríquez había seguido un camino revolucionario en la publicación de su Aurora, comunicándole a la prensa un empuje enérgico que hacía pedazos las tradiciones del periodismo colonial. Había hecho ver que la prensa era algo más que una charla insulsa entre comadres, y rompiendo el aislamiento en que se encerraba el periodismo lugareño había dilatado extensamente el horizonte de nuestras pasiones e intereses. Pues bien, al lado de Camilo Henríquez proseguía su obra el escritor de la Gaceta Jocosa, completamente extraño al movimiento social, sin apercibirlo, sin comprenderlo al parecer, encerrado en sus antiguas formas alegóricas y su moralismo insípido" (Orrego Luco, Augusto. "Un periodista de la Colonia: La Gaceta Jocosa". Revista chilena. Tomo 10, 1878, p. 89).