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Servidumbre de una casa de elite

El servicio doméstico empleado por una familia de elite era complejo y jerarquizado. Cumplía con funciones diversas que abarcaban desde el manejo del equipo y presupuesto (mayordomo, ama de llaves o "llaveras"), de los niños (nodrizas o "amas de leche"; cuidadoras o "amas secas"; institutrices), de la cocina (cocinero o cocinera, con sus ayudantes), del servicio de mesa (mozo de mesa, sirviente de mano), del servicio a los dueños de casa (mucama o "femme de chambre"; mozo o "valet"), del transporte (cochero y luego "chauffeur", con la llegada del automóvil, además de mozos de cuadra). Incluso algunos miembros del servicio doméstico entraban de niño al servicio de una familia, por lo que se llamaban "criado" o "criada".

La relación paternalista que existía entre empleados y empleadores se manifestaba, en primer lugar, en que el servicio doméstico era considerado como parte de la familia. De esta forma, compartían la "domus", palabra que significa "casa" en latín y de la cual deriva el adjetivo "doméstico". A su vez, permanecer al servicio de una familia por largos años, a veces una vida entera, le daba ciertos "derechos" al servicio doméstico, como por ejemplo ser cuidado en su vejez, recibir un reconocimiento en los testamentos e incluso ser enterrado en el mausoleo familiar. Estos aspectos se reflejan en las memorias del siglo XIX y del siglo XX, así como en la literatura de la época. Sin embargo, el hecho de pertenecer al espacio privado conllevó a la exclusión del servicio doméstico en los debates sobre las mejorías de las condiciones de vida y de trabajo propios del período de la "cuestión social".

Todos estos personajes, claves para sostener el estatus de la familia de elite y el funcionamiento diario de la casa, vivían en lasmansiones o palacios, generalmente en el último piso o en un edificio aparte. Podían reclutarse en los fundos de las familias o ser recomendados por familiares y conocidos, por lo que era de suma importancia la "honorabilidad" del servicio doméstico, la que se garantizaba de un empleador a otro a través de un sistema de carta de recomendación que evidenció un sistema laboral basado en la confianza y la lealtad.