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La ortografía racional de los neógrafos chilenos

Hacia finales del siglo XIX, diferentes sistemas ortográficos convivían en el país, aunque predominaba el uso de la "ortografía chilena", que proponía el uso de la "j" por la "g" en combinación con la "e" y la "i" y la "y" solamente como consonante. Si bien este modo de escritura era conocido como "ortografía de Bello", en la práctica, solo se emplearon algunos de los cambios de la propuesta original del autor de "Alocución a la poesía".

En este contexto, nuevamente la cuestión de una reforma ortográfica fue objeto de discusión en Chile, debido a la irrupción de las ideas de los "neógrafos chilenos", quienes, influenciados por el método científico y un pensamiento ácrata, plantearon el uso de una ortografía racional que tuviera como base el fonetismo, es decir, que cada letra representara solo un sonido del idioma y viceversa. Entre ellos, se encuentran Carlos Cabezón, Carlos Newman, Arturo E. Salazar y Manuel A. Délano (Contreras, Lidia. Historia de las ideas ortográficas en Chile. Santiago: DIBAM, 1993, p. 214-215).

Para los promotores de la "ortografía racional", el sistema de la Real Academia Española perpetuaba reglas "absurdas" -como la existencia de letras mudas y sonidos representados por más de un signo-, pues insistía en mantener los criterios de uso y etimología, además del fonético, para determinar la ortografía castellana.

La propuesta de los neógrafos chilenos siguió la línea de las ideas de Andrés Bello (1781-1865) y Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888), quienes consideraban la pronunciación como único criterio de pertinencia válido, pero se distanció de estos antecedentes en cuanto al propósito de la reforma. Para Bello y Sarmiento, simplificar la ortografía implicaba un impacto en la alfabetización y, con ello, en el desarrollo del pensamiento americano. Para los neógrafos, en cambio, la reforma ortográfica iba a reivindicar "el derecho a escribir a su modo", de acuerdo exclusivamente a los designios de la razón y no en lo establecido por instituciones como la Real Academia de la Lengua o el Estado: "Pregúntanse muchos qon qé faqultad i derecho un indibiduo puede permitirse esqribir de un modo distinto a la mayoría, i atropellar las reglas de la gramátiqa i el uso. Sólo el poner en duda el derecho qe qada qual tiene de ablar i esqribir como le plazqa o qomo lo qrea mas razional i menos trabajoso, está probando qe los qe tal obserbazion azen son prodijios de un atabismo inteleqtual" (Cabezón, Carlos. Notas sobre la reforma ortográfica. Santiago, Chile: Impr. Barzelona, 1892, p. 54).

En este sentido, las ideas de los neógrafos se vinculaban, según Gertrudis Payàs, "al libertarismo de Herbert Spencer y Stuart Mill y a una red de iniciativas más bien marginales que estaban surgiendo en diversas partes del mundo en favor de reformas ortográficas" ("Tradukzión i rrebelión ortográfika". Trans. Revista de traductología. Número 12, 2008, p. 22-23).

Los neógrafos fundamentaron el uso de la ortografía racional a partir de la consideración de ciertos beneficios prácticos: menor tiempo en la elaboración de escritos, pues no habría que sopesar cuál letra correspondía utilizar, por ejemplo, al elegir entre "b" y "v"; ahorro en los costos de imprenta, ya que se usaría una menor cantidad de signos impresos al eliminar las letras mudas (h, u en combinación con "q" y "g" en "que", "qui", "gue", "gui"); y una ayuda para la enseñanza de la lectura y la escritura (Cabezón, p. 17-20).

La propuesta de los neógrafos tuvo críticas tempranas de parte de los defensores de la ortografía académica, tanto en prensa como en ediciones monográficas. Uno de los hechos que gatilló estas críticas fue la publicación de Carlos Cabezón en 1892 de un documento oficial utilizando ortografía racional, en el periódico La Unión (1885-1973) de Valparaíso, titulado "Abiso á los qomerziantes". Cabezón trabajaba como Fiel Ejecutor en el puerto, cargo en el que inspeccionaba que los vendedores cumplieran con la reglamentación de pesos y medidas. En la prensa se cuestionó que un funcionario público escribiera con una ortografía diferente a la chilena y nuevamente se reavivó la discusión respecto a qué ortografía debía utilizarse en Chile.

A pesar de recibir críticas de intelectuales a favor de la ortografía académica o de la chilena, los neógrafos continuaron divulgando el sistema racional de escritura por diferentes vías: diarios y revistas, en el Primer Congreso Científico de Valparaíso en 1893, en traducciones con ortografía racional y también por medio de la publicación de libros, como los editados de manera independiente por Carlos Cabezón y Carlos Newman, quien utilizó los seudónimos de Franzisqo Enrriqez y Umberto Enriques en su rol de editor.

La propuesta de ortografía racional, sumada también a la existencia de diferentes sistemas ortográficos utilizados y al desacuerdo de los intelectuales, llevó a que, en 1914, la Academia Chilena de la Lengua promoviera "una tenaz campaña a favor de la ortografía académica". En 1927, el Gobierno, finalmente, decretó la ortografía académica como la oficial (Contreras, Lidia. p. 390).