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Debate en torno a la ortografía oficial de Chile (1913-1927)

La discusión sobre qué ortografía debía utilizarse en Chile se mantuvo vigente durante la segunda mitad del siglo XIX entre quienes se posicionaron a favor del sistema de la Real Academia Española y aquellos que se inclinaron por la necesidad de una reforma ortográfica.

Durante las primeras décadas del siglo XX tal discusión se intensificó, teniendo como foco particular el problema en torno a la autoridad que debía fijar y normar la ortografía. Entre estas se aludió a la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, el Consejo de Instrucción Pública, el Gobierno chileno y a la Real Academia Española de la Lengua.

La polémica movilizó a intelectuales y políticos del periodo, quienes presentaron sus puntos de vista en opúsculos monográficos y también en publicaciones periódicas como El Diario Ilustrado (1902-1970), Revista Zig-Zag (1905-1964) y la revista Educación (1920-1922) de Santiago.

Tres hitos dieron pie a la intensificación del debate. En primer lugar, en el ámbito de las instituciones educativas, en 1913, la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, durante el proceso de evaluación del programa de estudios de Castellano de los liceos del país, discutió qué sistema ortográfico debían aprender y utilizar los estudiantes secundarios. Este cuestionamiento se generó a partir de la presentación de Manuel Salas Lavaqui (1856-1925) -miembro de la Facultad y parte del Consejo de Instrucción Pública-, quien insistió en que la ortografía que se impartía en las escuelas, basada en algunas de las reformas propuestas por Andrés Bello (1781-1865) y Juan García del Río (1794-1856) en 1823, producía una situación pedagógica irregular considerando, por un lado, que tanto la prensa chilena como los miembros de la Facultad y los literatos en general utilizaban la ortografía de la Real Academia Española de la Lengua y, por otro, que en el contexto americano, Chile se hallaba aislado en términos ortográficos. En 1914, durante los meses de junio y agosto, el Consejo de Instrucción Pública retomó esta discusión, en la que hubo posiciones divididas. En la sesión del 3 de agosto, por solo un voto de diferencia, se rechazó el uso de la ortografía académica, que se basada en criterios etimológicos y de uso para la definición de la escritura de las palabras (Contreras, Lidia. Historia de las ideas ortográficas en Chile. Santiago: DIBAM, 1993, p. 282-286).

En segundo lugar, desde el ámbito político, en 1914, cuatro senadores -Carlos Aldunate Solar (1856-1931), Manuel Salinas (1855-1917), Eliodoro Yáñez (1860-1923) y Fernando Valdés Vergara- publicaron en El Diario Ilustrado un proyecto de ley en el que propusieron que la ortografía académica debía ser el sistema oficial para Chile (Contreras, p. 300).

En tercer lugar, la reactivación de la Academia Chilena de la Lengua, que reanudó sus actividades en 1914 tras un cese de dos décadas debido a la Guerra Civil de 1891, influyó en la promoción del uso de la ortografía académica, dada su filiación institucional con la Real Academia Española.

En el grupo de quienes se inclinaron por la reforma ortográfica, se hallaron, entre otros, los nombres de Domingo Amunátegui Solar (1860-1946), rector de la Universidad de Chile; Claudio Matte (1858-1956), presidente de la Sociedad de Instrucción Primaria; Carlos Silva Cruz, director de la Biblioteca Nacional; Rodolfo Lenz (1863-1938), profesor del Instituto Pedagógico; y Miguel Luis Amunátegui Reyes (1862-1949), miembro de la Academia Chilena de la Lengua.

Estos autores se mostraron a favor de mantener el sistema chileno que incluía reformas, porque impactaría en el aprendizaje de la lectura y la escritura al ser un sistema con reglas más simples; y debido a que la escritura chilena atendería a la lógica, al ser más cercana al sistema ortográfico fonético, que reconocían como "el ideal", según señaló Lenz.

A favor de la reforma ortográfica, participó también de la discusión Carlos Newman -uno de los neógrafos chilenos-, aunque desde una perspectiva más radical y como una voz que reprobó que no se siguiera una ortografía racional, como lo indicó en Persekuzion ortográfika y La ortografía i los cuatro senadores, ambos opúsculos de 1914.

En la vereda de los contrarreformistas, se encontraban los nombres de Manuel Salas Lavaqui, Enrique Nercasseau Morán (1854-1925), director y profesor del Instituto Pedagógico; Manuel Antonio Román (1858-1920), miembro de la Academia Chilena de la Lengua. Entre las ideas que sustentaron su posición, arguyeron que adoptar el sistema académico fortalecería los lazos internacionales y, desde el punto de vista educativo, facilitaría la alfabetización, pues su uso estaba más extendido en Chile entre los intelectuales, por lo que sería más simple encontrar modelos en documentos oficiales, en la literatura y la prensa. En este sentido, la autoridad de fijar la ortografía correspondía a la Real Academia Española.

En 1927, se declaró la ortografía académica como el sistema oficial de Chile, por decreto presidencial de Carlos Ibáñez del Campo (1877-1960). En este mandato se precisó que todos los documentos de instrucción y administración pública debían adoptarla.

Para Daniela Gutiérrez, a pesar de la existencia de voces disidentes, la oficialización de la ortografía académica, promovida por los contrarreformistas, respondió a "que las ideas que comparten los autores de esta postura, corresponden a aquellas defendidas por las instituciones de mayor peso en el panorama político nacional de aquel momento", como la Facultad de Filosofía y Humanidades, el Consejo de Instrucción Pública y la Academia Chilena de la Lengua, en un contexto en el que Chile buscaba consolidarse como un estado moderno. En este contexto, la ortografía académica representó la idea de orden institucional y la posibilidad de asegurar la vinculación internacional (Reforma ortográfica e ideologías lingüísticas en Chile (1913-1927): la Academia Chilena de la Lengua y el retorno a la ortografía de la RAE. Tesis para optar al grado de Magíster en Lingüística con mención en Lengua Española. Universidad de Chile, 2017).