Subir

Idea de universidad y la figura del estudiante universitario en Juventud

Hacia la primera década del siglo XX, los estudiantes universitarios "se convertían en una poderosa fuerza social y política en muchos países de América Latina, incluido Chile", a la vez que adquirían conciencia de su colectividad como un grupo diferenciado de otros sujetos sociales (Craib, Raymond. Santiago subversivo 1920: anarquistas, universitarios y la muerte de José Domingo Gómez Rojas. Santiago: LOM Ediciones, 2017, p. 99).

En este periodo, los estudiantes comenzaron a revisar el rol que debía cumplir la universidad, su organización y planes de estudios, así como el papel que les correspondía, en su calidad de universitarios, en relación con sus casas de estudios y la sociedad. En este escenario, en 1918 se llevó a cabo la Reforma Universitaria de Córdoba, Argentina, un hito que impactó también en otros países latinoamericanos.

Las principales peticiones de los alumnos argentinos se centraron en tres ejes: la modificación del gobierno universitario, el que hasta ese momento estaba compuesto "por personas de alta figuración pública" y cuyos cargos eran vitalicios; la reestructuración del modo de selección del cuerpo docente; y la aproximación de la universidad al entorno social. En este sentido, propusieron que la institución fuera, más bien, "un polo cultural que irradiara conocimientos que favorecieran la solución de los múltiples problemas que afectaban a parte importante de la población" y no una "torre de marfil" alejada de la sociedad (Donoso, Andrés y Contreras, Rafael. "La dimensión social del movimiento estudiantil de Córdoba en 1918". Izquierdas. Número 33, 2017, p. 51-57).

En el caso chileno, durante el siglo XIX, las universidades "se basaban en el modelo napoleónico, es decir, tenían una función principalmente utilitaria: formar a la próxima generación de profesionales venidos de la oligarquía", razón por la que, a menudo, el cuerpo docente "provenía de un grupo de reconocidas familias", cuya "contratación reflejaba un nepotismo estructural" (Craib, p. 100).

Este modelo universitario tradicional fue cuestionado por la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile desde sus primeros años: la necesidad de la reforma y, junto con ella, el establecimiento del rol que le competía al estudiante fueron asuntos que los ocuparon durante el periodo. Parte de sus reflexiones, crónicas de sus actividades y propuestas se publicaron en Juventud, órgano de la agrupación.

En el primer número de Juventud, el prospecto de la revista criticó la concepción utilitaria de la universidad, indicando que "para nadie era secreto" que el espacio universitario no bastaba "para cultivar todo el espíritu del estudiante". Así, se proponía que en la institución superior existieran "cursos libres que desarrollen todo un vasto programa de ciencias donde se investigue a la par de los laboratorios europeos; cursos sobre arte y literatura, sobre historia y sobre especulaciones sociológicas" (Federación de Estudiantes de Chile. Juventud. Año 1, n°1, 1911, p. 1-2).

En números posteriores, se incluyeron textos sobre las actividades que los estudiantes realizaron en torno al problema de la universidad y su rol en el proceso de su transformación. Un primer grupo estuvo compuesto por documentos emanados de encuentros de la Federación con alumnos de universidades extranjeras, tales como discursos, actas y crónicas. Un segundo conjunto correspondió a textos de trabajo de la agrupación estudiantil chilena firmados por algún participante de modo individual o bajo el nombre de la Federación de Estudiantes.

De este último grupo, en el primer número del segundo período de la revista, apareció el artículo "Congreso de la Juventud estudiosa", escrito por Santiago Labarca (1893-1968), presidente de la Federación. En él se indicaba el plan de un próximo encuentro estudiantil en el que se pretendía precisar cuáles serían los lineamientos de la "juventud estudiosa", pues, hasta ese momento, se guiaban por "ideales más o menos nebulosos, muchas veces por palabras cuyo significado varía de persona a persona; de ahí el fenómeno, por muchos notado, de la especie, de atonía, de indeferencia de los jóvenes". Para ello, el congreso iba a ser organizado en tres grandes secciones: la primera, que se ocuparía del estudio de "los ideales y orientaciones de la juventud y su acción en cuanto colectividad en la vida nacional"; la segunda, de "los planes y métodos de enseñanza primaria, secundaria y superior", que hasta ese momento eran importados desde otros países; y una tercera sección, que estudiaría la "'Reforma Universitaria', necesaria para convertir a nuestra Universidad en un plantel educacional que merezca el nombre que hoy pomposamente se otorga" (Labarca, p. 6-7).

En junio de 1920 se realizó, finalmente, la Primera Convención de Estudiantes, de la cual surgió la "Declaración de Principios" de la Federación, publicada en Juventud en el año 1921. En este documento se estableció la idea de la educación pública organizada bajo un sistema orgánico; y, en el ámbito específico de la universidad, se continuó con el pensamiento ya expresado en 1911 respecto a la diversidad de tareas que debía abordar la institución: "La Universidad debe estar formada no solo de escuelas profesionales, sino también de institutos de altos estudios científicos, literarios y filosóficos". Además, los alumnos abogaron por la idea de la autonomía económica de la universidad y la relevancia de la formación especial de los docentes que dictaban clases en la educación superior (Federación de Estudiantes de Chile. Juventud. Año II, número 11-12, 1921, p. 15).

A partir de esta convención y hacia 1923, la Federación siguió reflexionando acerca del problema educativo y, específicamente, sobre la Reforma Universitaria, discusión que también tuvo continuidad en la revista Claridad.