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Discurso de incorporación de Inés Echeverría a la Universidad de Chile

Inés Echeverría participó el en campo cultural chileno a inicios del siglo XIX con la publicación de libros y artículos en medios periódicos, así como en tertulias con intelectuales del periodo, entre ellos, Augusto D'Halmar (1888-1950), Joaquín Edwards Bello (1887-1968), Luis Orrego Luco (1866-1948), Mariano Latorre (1886-1955) y Fernando Santiván (1886-1973). Hacia 1915, "intentará crear grupos de reunión más productivos y duraderos" con sus congéneres participando en agrupaciones femeninas como el Club de Señoras de Santiago, sociedad dirigida por Delia Matte (1886-1841), y en el Círculo de Lecturas, promovido por la revista Familia (1910-1928) (1935-1940).

Si bien "estas cofradías no eran de orden institucional, Inés Echeverría logrará, por este tipo de acciones y otras, cierto grado de aprobación institucional -aunque fuera desde los márgenes-, siendo evaluada positivamente por alguna de las figuras más relevantes del estatuto crítico del momento" (Landeros Tiznado, Damaris. "Prácticas lectoras ociosas en Inés Echeverría Bello". Mapocho. Número 82, 2017, p. 61-62). Esta validación intelectual fue reafirmada con su nombramiento como "Miembro Académico" de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile en 1922, envestidura que por primera vez obtenía una mujer en el país. Si bien este título fue otorgado en este año, fue recién en diciembre de 1925 cuando se hizo la recepción formal de Echeverría en la institución educativa (Noguera Larraín, Verónica. "Presentación". Echeverría Bello, Inés. Memorias de Iris. Santiago de Chile: Aguilar Chilena de Eds., 2005, p. 10).

Inés Echeverría ocupó la vacante que previamente había sido del historiador Enrique Matta Vial (1868-1922), "ante el disgusto de algunos y el aplauso de otros", quien había fallecido en julio de 1922 (Prado Traverso, Marcela. "Inés Echeverría Bello". Escritoras chilenas: novela y cuento. Santiago: Cuarto Propio, 1999, p. 43). El nombramiento de la autora fue un hecho inusitado en el medio cultural y educativo del periodo, considerando que el ingreso de las mujeres en la educación superior era reciente, pues solo a fines de la década de 1880 se habían graduado las primeras profesionales universitarias.

Un medio que celebró la designación de la intelectual fue Acción Femenina (1922-1939), órgano del Partido Cívico Femenino. En el artículo "Un triunfo del feminismo", publicado en noviembre de 1922, la revista evaluó que el nombramiento de Echeverría marcó "en el progreso del feminismo una fecha que con justicia llena de satisfacción a cuantos abogan porque le sean reconocidas a la mujer las brillantes aptitudes que posee para actuar con ventaja en el mundo científico y de las letras" (en Vergara Loyola, Juanita Leonor. Cautivas y liberadas: modelos de mujer en revistas femeninas de comienzos del siglo XX en Chile. Tesina para optar al grado de Licenciada en Artes con mención en Teoría e Historia del Arte. Universidad de Chile, 2014, p. 97).

En su discurso de incorporación, Echeverría agradeció el nombramiento y aludió a la implicancia de que una mujer tomara el puesto de académica. Así, valoró que su designación rompiera con "la tradición de permanente olvido" del género femenino en los cargos públicos y, especialmente, que Chile fuera el primer país de la "América española" en tomar esta iniciativa. Además, sostuvo que el ingreso de la mujer en la esfera pública podía complementar la labor del hombre en la sociedad moderna, desde una perspectiva espiritual (Echeverría, Inés. Anales de la Universidad de Chile. Año 4, primer trimestre, 1926, p. 181-182).

La mayor parte de este discurso se centró en el encomio de la figura de Enrique Matta Vial como historiador y funcionario público, elogio que le permitió establecer un paralelo entre su labor y la que ella pretendía realizar como académica, pues ambos compartían una "actitud íntima" que se caracterizaba por el predominio de la sensibilidad "por sobre la inteligencia y la voluntad" y, también, por una orientación a realizar tareas a favor de la sociedad de manera reservada. Esta actitud se contrastaba con la actitud "pública" que ciertas personalidades ostentaban: "Mientras los fantoches actúan en el escenario, estos Espíritus, superiores, los mueven desde la sombra con hilillos invisibles, les dejan recoger el aplauso y el beneficio, y ellos se quedan serenos, modestos, desconocidos, en comunicación directa con la fuente divina, de donde todo emana… Pero, por más empeño de estos seres en ocultarse, una irradiación los delata" (Echeverría, p. 209-210). Con esta comparación, Echeverría dio a conocer que tomaría el legado de Matta Vial como una guía para su labor académica.