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Casa Fantasía

Muchas veces los medios, la prensa, el cine, la literatura y las redes sociales han mostrado una forma mediatizada de entender la casa, convirtiéndola en un símbolo de estatus, de pertenencia social o de prosperidad. Estilos de fachada o de decoración interior han transformado en un hecho material la subjetividad y las fantasías de los arquitectos y propietarios de la casa, logrando que las formas demuestren una cierta identidad social.

  • Palacios Ossa y Concha Cazotte: El eclecticismo fue un estilo que, a partir de mediados del siglo XIX, amplió el repertorio de elementos arquitectónicos desde el dogma clásico grecorromano hacia una multiplicidad de referencias transculturales e históricas. Monumentos de India, China, Egipto y el mundo islámico formaron parte del imaginario arquitectónico decimonónico. El naciente sistema basado en la privatización de recursos, con el consecuente surgimiento de grandes riquezas familiares, asociadas a la agricultura y la minería, permitió que en Chile prosperara la variedad estilística a la hora de encargar la construcción de una casa. Las familias podían pagar por su propia identidad residencial, y así surgieron ejemplos como La Alhambra, mansión construida en 1862 por el arquitecto Manuel Aldunate para el acaudalado político y terrateniente Francisco Ignacio de Ossa y Mercado, que se presentó como una expresión paradigmática y temprana de la fantasía exótica inspirada en el ornamento neoárabe. Otro caso parecido, estilado con la misma opulencia morisca, fue el Palacio Concha Cazotte, originalmente conocido como Palacio Díaz Gana en honor a su primer dueño, el empresario y magnate minero José Díaz Gana. Proyectado en 1872 por el arquitecto alemán Teodoro Burchard y completado en 1875, el palacio fue vendido un año más tarde a otro empresario minero, Enrique Concha y Toro. Junto a su mujer, Teresa Cazotte, convirtieron la mansión en un centro de actividades sociales de la élite económica y social de fines del siglo XIX. Mientras que La Alhambra sigue en pie, el Palacio Concha Cazotte, ubicado en el actual barrio Concha y Toro de Santiago, fue demolido en 1935.
  • Residencia de Máximo del Campo: Construida a principios del siglo XX para el abogado y político Máximo del Campo, esta residencia particular fue una de las decenas de casas que construyó el arquitecto Ricardo Larraín Bravo para integrantes de la élite santiaguina. Como parte de una generación de arquitectos que, a partir de la década de 1930, vivieron la transición estilística e ideológica desde un eclecticismo ostentoso a la sobriedad del movimiento moderno, Larraín Bravo combinó en su trabajo obras que exigían fachadas e interiores opulentas como las de esta residencia, y proyectos edilicios de interés social como la Población Huemul.
  • La casa de Pinochet: Según un reportaje aparecido en la revista Cauce en 1984 (Cauce, n. 5, p. 17-20), la casa que construyó Augusto Pinochet durante la década de los '80, ubicada en el barrio de Lo Curro en Santiago, se emplazó en un terreno de ocho hectáreas que costó alrededor de un millón de dólares de la época. El dinero para adquirir el suelo, junto al que se usó para levantar la casa, salió de los erarios del Ministerio de Vivienda y Urbanismo. Con seis niveles, dos de los cuales se encuentran bajo tierra, la construcción y decoración de esta mansión -que cuenta con más de 1.600 m2 de salones y 1.200 m2 de cocinas, servicios y bodegas- implicó dinamitar el cerro Lo Curro, importar azulejos, cristales y mármoles, y la compra de lámparas a exclusivos anticuarios.

Minisitio desarrollado en colaboración con Centro Cultural La Moneda en el marco de la exposición Casa Chilena. Imágenes domésticas.