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La cultura en la Unidad Popular

… la cultura nueva no se creará por decreto; ella surgirá de la lucha por la fraternidad contra el individualismo; por la valoración del trabajo contra su desprecio; por los valores nacionales contra la colonización cultural; por el acceso de las masas populares al arte, la literatura y los medios de comunicación contra su comercialización

(Programa básico de gobierno de la Unidad Popular. Santiago, diciembre de 1969, p. 28).

Entre las 40 medidas de aplicación inmediata para llevar a cabo el Programa básico de Gobierno de la Unidad Popular, en el ámbito de cultura y educación, se propuso la creación del Instituto Nacional del Arte y la Cultura (INAC), iniciativa que -por diferentes razones contingentes- no alcanzó a ser llevada a cabo durante los tres años de Salvador Allende (1908-1973) en la Presidencia de Chile.

Sin embargo, el concepto de cultura subyacente al proyecto de la Unidad Popular obedecía a un horizonte democratizador amplio, que reconocía: por un lado, la dificultad de acceso de los sectores populares a la literatura, el teatro, el arte, la música y otras experiencias artísticas, en un contexto en el que predominaba una cultura elitista, "fuertemente estratificada" (Facuse, Marisol. "Arte, cultura y política en la experiencia editorial de Quimantú". Quimantú: prácticas, política y memoria. Santiago Grafito Ediciones, 2018, p. 93); y, por otro lado, establecía la necesidad de nutrir las condiciones de una "nueva cultura", de carácter nacional y de construcción colectiva, que ya venía manifestándose en algunas formas culturales desde la década de 1960.

Aunque en la práctica, la política de mayor éxito del Gobierno de Allende fue la creación de la Editora Nacional Quimantú, existieron de manera paralela otras instancias y experiencias surgidas al nivel de instituciones, grupos diversos e individuos que daban cuenta de que "la cultura que se pretendía construir en el gobierno de la Unidad Popular ya tenía una evolución previa" (Albornoz, César. "La cultura en la Unidad Popular: porque esta vez no se trata de cambiar un presidente". Cuando hicimos historia. La experiencia de la Unidad Popular. Santiago: Cuarto Propio, 2005, p. 150).

La Nueva Canción Chilena, en este sentido, constituyó una de las muestras más reconocidas de esta cultura que, por intermedio de la recuperación y reinterpretación de la música de raíz folclórica latinoamericana, logró comunicar contenidos sociales y políticos.

Una situación similar ocurrió con un género de composiciones musicales conocidas bajo el rótulo de "cantata", creadas, entre otros, por compositores como Luis Advis (1935-2004) y Sergio Ortega (1938-2003), y popularizadas por conjuntos como Quilapayún e Inti Illimani, que mezclaban "elementos de la música docta con variables de la música popular folklórica a lo que se le agregaba un patente mensaje temático de denuncia social" (Albornoz, p. 150). La cantata representó un especial caso de reinterpretación cultural pues rompía las barreras existentes entre "la música de concierto, ligada históricamente a las elites" y las masas populares, por lo que "el pueblo era protagonista de un producto del que antes estaba totalmente ajeno" (Albornoz, p. 150).

Asimismo, de lado de estas experiencias que reinterpretaban la cultura tradicional o la cultura de las elites, iniciativas institucionales, como el El Tren de la Cultura, organizado por el Departamento de Cultura de la Presidencia, a cargo de Waldo Atías, o formas artísticas colectivas que fueron desarrollándose durante el tiempo, como el muralismo, posibilitaron el acceso de sectores populares a diversas formas de expresión, así como propiciaron su participación en el "proceso revolucionario incipiente" (p. 152).

Aunque tanto la caracterización general de la cultura en el Programa de Gobierno, como la ausencia de una política cultural fueron motivos de críticas, emprendidas tanto por artistas e intelectuales que se identificaban con el proyecto de la Unidad Popular, así como por Trabajadores de la Cultura del Partido Comunista, la "cultura nueva" -representada en experiencias previas que aunaban de manera consciente dimensiones sociales, ideológicas y estéticas- fue un concepto que atravesó las prácticas artísticas y permeó los circuitos de crítica en el espacio de la prensa y los estudios académicos, poniendo sobre la mesa la discusión sobre las prácticas estéticas y su relación con el Estado y la sociedad.