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El problema de la educación en El Progreso

El Progreso apareció en la ciudad de Santiago a fines de 1842, momento en que en Chile el problema de la educación de la población era un asunto relevante para el proceso de formación de la nación. En este sentido, "la educación se constituyó como uno de los puentes fundamentales, en el instrumento privilegiado para la formación del hombre racional, del ciudadano y del individuo. Fue el medio por el cual se buscaba, desde el Estado otorgarle al espacio social una identidad que minimizara los riesgos de disolución de una sociedad en la cual el individuo era cada vez más autónomo" (Serrano, Sol. "La Universidad de Chile y la formación del sistema nacional de educación". Universidad y nación. Chile en el siglo XIX. Santiago: Universitaria, 1994, p. 64). También, desde el sector de los intelectuales liberales, se expresó la importancia de que luego de la emancipación política del país, hubiese una "emancipación mental", para lo cual era necesario cumplir con "una intensa labor educativa para cambiar la mentalidad popular y, por otro, la vinculación e inserción en el desarrollo de la civilización moderna" (Santa Cruz, Eduardo. "La prensa en el proyecto liberal (1842-1872)". Análisis histórico del periodismo chileno. Santiago: Nuestra América, 1988, p. 17).

Así, en 1842, se promulgaron los decretos que fundaron la Universidad de Chile y la Escuela Normal de Preceptores, lugar en el que se formaban los profesores de instrucción primaria. En este contexto, El Progreso participó del debate en torno a los cambios que se estaban generando en el país en el ámbito educativo, liderado por su redactor editorial, Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888), quien además era el director de la Escuela Normal.

En El Progreso se planteó la necesidad de ampliar el alcance de la educación. En enero de 1843, el diario publicó un editorial en el que discutió el prospecto de un nuevo periódico, El Demócrata, que proponía "dedicar sus publicaciones al pueblo, es decir, a la clase más numerosa de la nación". En este sentido, El Progreso sostuvo que tal idea no se podía cumplir en la práctica, pues arguyó que "esa clase numerosa no leerá su periódico y si llega a leerlo no lo comprenderá, ni se interesará en sus discusiones", debido a que al "pueblo" le hacían falta "antecedentes, instrucción elemental, si es posible decirlo, para comprender nada de lo que sobre política le expone un periódico". Por tanto, para El Progreso, primero debían establecerse las bases en el ámbito educativo de esa "clase numerosa" antes de orientar sus convicciones políticas.

Para ello, la prensa tenía la tarea de aportar en esa instrucción publicando artículos de contenido cultural y educativo, aspecto que El Progreso realizaba en su folletín y también en la sección "Lectura instructiva". En esta se publicaron textos de corte filosófico y aparecieron artículos en los que se discutían asuntos educativos. Uno de ellos, por ejemplo, fue "Sobre la educación", en el que se daba énfasis a tareas que los padres debían realizar antes del ingreso de los niños a la educación formal: la relevancia de sacar provecho de su deseo de "querer verlo todo", "presentándoles objetos que a más de sus juegos ordinarios, los instruyan y los diviertan"; la importancia de la corrección de los modales de los niños y de la mejora de la conducta por medio del ejemplo de los padres (El Progreso. Número 82, 15 de febrero, 1843, p. 3).

En línea con la preocupación por la necesidad de que la población se educara, El Progreso comentó el discurso inaugural pronunciado por Andrés Bello López (1781-1865) en la Universidad de Chile el 17 de septiembre de 1843. Hacia fines de este mes, el diario dirigido por Sarmiento manifestó su coincidencia con las palabras de Bello respecto a la idea del placer vinculado al estudio y también respecto a la relación entre religión y las letras. Sin embargo, presentó distancia acerca de la idea de que la instrucción general de la población no puede desarrollarse si es que en el país no existe un cultivo primero de las letras y las ciencias. Para El Progreso, sí era posible la ampliación de la instrucción elemental independiente del nivel de estas áreas en el país. Para demostrar su punto, el diario presentó el ejemplo de Estados Unidos, en donde la instrucción elemental estaba difundida, a pesar de que no existiera aún un gran desarrollo cultural y científico. Para el diario: "No se puede pues alegar disculpa de parte de los gobiernos, diciendo que es preciso antes la instrucción científica para promover la elemental, la peculiar de la mayoría del pueblo" (El Progreso. "Universidad". El Progreso. Número 267, 28 septiembre 1843, p. 2).