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Polémica en torno al proyecto de colonización de la Sociedad Chilena de Industria y Población en El Progreso y El Semanario de Santiago

En 1838, se fundó en Chile la Sociedad Nacional de Agricultura, cuyo fin fue fomentar el desarrollo del sector agrícola del país. Entre las primeras propuestas que lideró, se encuentra el "Proyecto de colonización", presentado por el inglés Andrés Dow, su presidente, en abril de 1842, quien postuló la necesidad de poblar y sacar provecho económico de las "tierras baldías" de Chile. En octubre de este año la Sociedad de Agricultura insistió en su idea de poblar estos territorios, pero esta vez con un proyecto en el que se proponía la formación de la Sociedad Chilena de Industria y Población, compañía que sería la encargada de liderar la iniciativa en la zona sur del país, "desde el Maule hasta Valdivia", aunque ahora sin el componente extranjero (Sociedad Chilena de Agricultura. "Proyecto presentado a la 'Sociedad Chilena de Agricultura y Beneficencia por el socio que la preside, y aprobado por ella". El Agricultor. Número 26, 1842, p. 20).

Si bien la iniciativa no se concretó, suscitó en la prensa de Santiago -en específico entre los periódicos El Progreso y El Semanario de Santiago (1842-1843)- una polémica respecto a los alcances y formas de ocupación y explotación de dichos territorios, que se inscribió en las más amplias discusiones que se dieron a mediados del siglo XIX sobre el proceso con la promulgación de la Ley de Colonización en 1845, que propició la inmigración alemana en Valdivia y Llanquihue.

Si bien en el proyecto original de la Sociedad de Agricultura se reconoció la existencia de pueblos indígenas en los territorios a poblar, estos pueblos y sus culturas no fueron considerados sino en términos del posible "provecho" económico que derivaría de la colonización de esos territorios como empresa civilizatoria: "¿Quién más bien que una compañía pudiera hacer útil esa multitud de hombres de un carácter firme, abandonados a una barbarie peligrosa?" (Sociedad Chilena de Agricultura, p. 21). Por este periodo, "la inmigración no fue concebida solo como un medio para aumentar la población, aunque por cierto era una necesidad e intención declarada por sus promotores, sino como una propuesta encaminada a formar a los chilenos, contribuyendo a desarrollar en ellos una conducta imitativa que muchas veces nos ha llevado a menospreciar nuestra cultura y a transformar nuestra identidad en una identidad hibrida" (Pinto, Jorge. La formación del estado y la nación, y el pueblo mapuche: de la inclusión a la exclusión. Santiago: Dibam, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 2003, p. 115).

El debate entre El Semanario de Santiago y El Progreso se dio entre noviembre de 1842 y enero de 1843. Ambos medios estaban de acuerdo en la necesidad de poblar los territorios del sur, pero discrepaban en la forma de hacerlo. Por una parte, El Semanario de Santiago presentó, en su primer artículo sobre el asunto, sus reservas respecto a la iniciativa de la Sociedad Chilena de Industria y Población por considerar que esta no contaba con los medios económicos suficientes para llevar a cabo el proceso de población. En este sentido, el medio postulaba que le parecía que era mucho mejor que una empresa extranjera liderara la iniciativa: "En el estado presente de las cosas, juzgamos que el celo de los patriotas ilustrados debía proponerse introducir al país los elementos de que carecemos, llamar hacia nosotros la industria y los capitales extranjeros, y no desparramar los escasos medios con que contamos, ni abarcar tierras que no podemos ni sabemos cultivar, puesto que aún están incultas las que de trescientos años a esta parte se hallan en nuestro poder" (El Semanario de Santiago. Número 20, 18 noviembre 1842, p. 165).

Por su parte, El Progreso mostró sus discrepancias tanto sobre el proyecto de la Sociedad Chilena de Industria y Población como con las ideas de El Semanario de Santiago. Para el diario, ninguno de los dos actores había analizado las implicancias que traería el proyecto de población para el país de forma general. A la Sociedad le discutía que los beneficios también debían reportarse para toda la República y no solo para una empresa o un sector del país, mientras que a El Semanario criticaba que en su análisis no se evaluaran los efectos que tendría replicar sin "hechos consumados" las experiencias de otros países que recibían inmigrantes: "El hecho de la introducción de colonos europeos es reciente, contemporáneo; nadie puede pues, apreciarlo sino a priori, y muchos arcanos encierra el porvenir para los pueblos sudamericanos" (El Progreso. "Sociedad de Industria y Población". Número 27, 12 de diciembre 1842, p. 2). En general, El Progreso se inclinaba a que se poblaran esas zonas con ciudadanos chilenos.

A inicios de 1843, la discusión entre ambos medios tomó un cariz de mayor ímpetu: se acusaron mutuamente de contradicciones y de tergiversar lo que el otro medio postulaba. El 19 de enero El Semanario de Santiago publicó su último artículo dedicado al tema indicando que se proponía que "la habilitación de los baldíos se hiciese simultáneamente por naturales y extranjeros", por lo que para sus redactores no habría discrepancia entre su idea y la de El Progreso, "de manera que hay absoluta conformidad entre ambos periódicos en la cuestión cardinal, y la pretendida oposición de ideas no era más que pura apariencia" (p. 239). Sin embargo, El Progreso en su artículo titulado "¡Conclusión también!", último texto que dedicó al tema, desmintió esta supuesta conformidad e insistió en que "debían reservarse esos baldíos para nuestra propia población, y que era peligroso en nuestro país fundar colonias de extranjeros" ("¡Conclusión también!". El Progreso. Número 64, 25 enero 1843, p. 2).