Subir

Don Guillermo (1860)

En 1860, apareció Don Guillermo, obra literaria de corte narrativo de José Victorino Lastarria (1817-1888), en la que el autor presentó una perspectiva crítica, por un lado, sobre la fusión liberal-conservadora, la que se había formado en 1858 con el fin de ser una coalición de oposición ante el gobierno autoritario de Manuel Montt (1809-1880). Por otro, el texto también criticó a los gobiernos que existieron desde la Constitución de 1833 hasta el momento de la publicación del texto, visión que plasmó en su novela en clave alegórica.

La obra presenta el viaje de Don Guillermo hacia el país del Espelunco -anagrama de "pelucones", denominación con la que eran conocidos los aristócratas conservadores durante la primera parte del siglo XIX-, lugar en el que ideas como la libertad y la justicia se muestran trastocadas y al que ingresa alrededor de 1828 y del que logra escapar en 1841. En este viaje "vemos como el mundo subterráneo e inferior de Espelunco sometido a determinantes políticos e ideológicos del pasado mundo colonial y de la administración del gobierno de Montt impiden, según nuestro autor liberal, la felicidad y el amor entre don Guillermo y Lucero, representantes incondicionales e intransigentes de la libertad e independencia". Esta anécdota se relata como una historia desde el marco de un presente de la narración que se sitúa en Valparaíso de 1860 y que propone explicar por qué Don Guillermo lleva realizando por casi veinte años una peregrinación constante entre Valparaíso y Santiago (Clemens, Franken. "La novela Don Guillermo de JV Lastarria: una alegoría del Chile decimonónico". Ponencia presentada en las III Jornadas: Diálogos entre Literatura, Estética y Teología: Lenguajes de Dios para el siglo XXI, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Católica Argentina. Buenos Aires, 2003, p. 6).

En relación con su recepción, Bernardo Subercaseaux ha diferenciado dos momentos de la crítica literaria sobre Don Guillermo. Una primera instancia -que llama "crítica tradicional", producida entre la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX- que refirió de manera "vaga" al aspecto híbrido de la novela, abordándola como texto fantástico y de crítica social o calificándola como sátira político-alegórica, pero desatendiendo los "logros artísticos" de la obra ya que "no toma en cuenta los elementos narrativos ni la forma genérica en que está configurada, puesto que habla indistintamente de cuento, artículo o novela". Además, el investigador observó que estas lecturas "se basan en impresiones teñidas por la postura del crítico frente al ideario laico y a la tradición liberal" (Subercaseaux, Bernando. Sociedad y cultura liberal en el siglo XIX: Lastarria, ideología y literatura. Santiago: Aconcagua, 1981, p. 170-172). Por ejemplo, este fue el caso de Pedro Nolasco Cruz (1857-1939), escritor de pensamiento político conservador, quien consideró que Don Guillermo "largo casi como un libro, descuella por su insoportable pesadez y petulancia" (Estudios críticos sobre D. J. Victorino Lastarria. Santiago: Federación de Obras Católicas, 1917, p. 80)

Un segundo momento, denominado como "crítica moderna", se enfocó en el estudio del texto desde una perspectiva descriptiva, acercamiento iniciado por Cedomil Goic (1928-) en 1964. Este investigador consideró Don Guillermo como una novela moderna "por la tendencia romántica del período, por el sistema de preferencias de la generación de Lastarria y por los rasgos de su personalidad". Para Subercaseaux, esta crítica encabezada por Goic ha contribuido a fijar el argumento del libro y a "precisar la interrelación entre los distintos estratos de la obra". Sin embargo, si bien ha destacado el aporte de analizar Don Guillermo considerando los aspectos intrínsecos de la obra, cuestionó que esta perspectiva ha dejado de lado el análisis o ha prescindido "por completo del enmarcamiento y de las determinaciones históricas reales de la novela" (p. 173-174). Considerando estas aproximaciones críticas, Subercaseaux señaló que era necesario un análisis que diera cuenta del sentido de la novela.

En su análisis planteó que, si bien en la novela estaba presente la sátira, aspectos costumbristas y elementos "folclóricos o populares" -como la referencia a los imbunches o la cueva del chivato-, la forma predominante, "totalizadora" de la novela es la alegoría: "Esto quiere decir que el mundo que crea Lastarria obedece a un esquema trascendente, en que los hechos y personajes narrados, además de su sentido literal, apuntan a un segundo orden de significación. El mundo imaginario es solo una piel, una superficie que está allí invocando otra realidad, una realidad extratextual, en este caso de tipo ideohistórica". En este sentido, el personaje de Don Guillermo funciona como un "personaje-idea" o "personaje alegórico" que "personifica una idea abstracta y cuya trayectoria funciona como correlato de una postura filosófico-política" en relación con su visión crítica sobre la vida política de Chile durante los últimos treinta años del país, de ahí que el subtítulo de la obra sea 'Historia contemporánea'" (Subercaseaux, p. 181-184). Este uso de la alegoría, así como el empleo de otros tropos como la ironía y la sátira funcionan como el modo "propicio para la representación nacional y regeneración de la patria. Son imitaciones desplazadas de su referente, copias que contienen en su propia constitución la corrección utópica que proponen". En este sentido, Lastarria parecía presentar "una convencida confianza en el poder transformador de la palabra", "en la función de la escritura como horma utópica a la cual la realidad puede y debe, finalmente adaptarse" (Álvarez, Ignacio. "Don Guillermo (1860), de José Victorino Lastarria: trama retórica y modos de lectura". En Kottow, Andres y Massmann, Stefanie (eds.). Tiempos fundacionales. Nación, identidades y prácticas discursivas en las letras latinoamericanas. Santiago: Universidad Andrés Bello - RIL, 2015, p. 168).