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Escepticismo y fe: leyenda religiosa (1867)

En los días cercanos a su fallecimiento, Mercedes Marín escribió la leyenda en verso Escepticismo y fe, obra que dejó inconclusa. Según testimonio de Enrique del Solar (1844-1893), su hijo, la autora solicitó que este completara la narración y luego la publicara. Al año siguiente de la muerte de Marín, en 1867, del Solar dio a conocer la leyenda en formato libro, en el que incluyó también versos de su autoría, los que marcó con un asterisco para diferenciarlos de los escritos por su madre. De esta forma, el texto presentó "la particularidad de haber sido escrito 'a dos manos', vale decir, tanto por la poeta como por su hijo, hecho que da cuenta de un interesante fenómeno de autoría intervenida" (Contreras, Joyce. "Nota 282". En Marín del Solar, Mercedes. Mercedes Marín del Solar (1804-1866): obras reunidas. Santiago de Chile: Ediciones de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos. Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 2015, p. 237). Posteriormente, en 1876, del Solar editó Poesías de la señora doña Mercedes Marín de Solar, recopilación en la que incluyó el poema "El escéptico moribundo", fragmento de Escepticismo y fe.

Escepticismo y fe presentó la historia de un "descreído y libertino Alfredo, cuya vida licenciosa y carente de sentido espiritual lo empuja hacia el lecho de muerte" (Contreras, p. 77-78). La leyenda inició con el viaje que dos hermanas de caridad, Lucía y Teresa, realizan a la casa del moribundo, con el fin de guiarlo en el camino de la fe antes de que falleciera. Mientras se hallan en la casa del enfermo, un amigo de Alfredo, Pedro, le cuenta a Teresa cómo el moribundo y Lucía se conocieron. Así, Pedro narra que antes de que Lucía tomara los votos religiosos, ella vivía junto con su madre en la casa de Alfredo. Este, en el contexto de una de las fiestas que realizaba en su hogar, confesó su amor a Lucía y la forzó a estar con él, ante lo cual la madre intervino. Posteriormente, la joven se convirtió en hermana de caridad. Luego de narrar estos hechos, ante los rezos de Teresa, Lucía y Pedro, el joven insiste en su posición de no aceptar la fe cristiana hasta que, en sus últimos suspiros, arrepentido, pidió piedad.

La preocupación de velar por la fe católica ha sido mencionada como uno de los temas más recurrentes de la obra de Mercedes Marín. Esta defensa de la autora "no solo se justificaba por la amenaza que significaba para los sectores conservadores -con los cuales comulgaba- la difusión de un discurso anticlerical que ya anunciaba un moderno proceso de secularización social, sino que también representaba para mujeres de la élite como ella, una lucha por el resguardo de la Moralidad y la virtud femenina", ideas que, a su vez, se esperaba que las mujeres devotas de su época atendieran. Al revisar la producción intelectual del siglo XIX, las escritoras que "lograron mayor visibilidad y legitimidad en cuanto sujetos intelectuales -como Mercedes Marín o luego Rosario Orrego- fueron justo aquellas que incardinaron el modelo del ideal mariano que enaltecía una identidad femenina inspirada en la imagen de la madre sumisa, devota y casta". Por esta razón, el "paradigma de madre, esposa y devota ejemplar que la autora encarnó, y que tanto celebraba la prensa de entonces -a veces en desmedro de los méritos estéticos de sus producciones-, resulta lógico que haya tenido su correlato en el cuerpo de su escritura" (Contreras, p. 74-75).

En el momento de su publicación, Escepticismo y fe recibió elogios por parte de políticos y escritores pertenecientes al sector conservador, tales como Carlos Walker Martínez (1842-1905) y Zorobabel Rodríguez Benavides (1839-1901). Walker Martínez valoró la forma en que en la leyenda se presentaba el problema de la duda del escéptico en contraste con la fe de Lucía. Así, comentó que "poner parangón en un mismo cuadro aquellas dos ideas opuestas", retratar con vivo colorido un alma desgarrada hasta en los últimos momentos por el gusano de la duda, describir la agonía penosa, del que solo ha vivido sobre la tierra para el deleite, y no para el bien, y todo esto en magníficos versos, en el lenguaje de la verdadera poesía: hé ahí lo que es esta, hermosa leyenda" (Walker Martínez, Carlos "Mercedes Marín de Solar". En Marín, Mercedes. Poesías de la señora Da. Mercedes Marín de Solar dadas a la luz por su hijo Enrique del Solar. Santiago: Impr. Andrés Bello, 1874, p. 322-323).

Por su parte, Rodríguez destacó el asunto cristiano de la leyenda por el que mostraba la "belleza del mundo moral". Además, señaló que este texto de la autora debía ser un modelo para las mujeres escritoras de su tiempo: "Si hay algo en verdad que eleve y ennoblezca a la mujer, si hay algo que dé a sus naturales atractivos un realce casi sobrehumano, es una fe ardiente y una piedad sencilla y acendrada. Nada nos ha parecido siempre tan chocante como una libre pensadora. Por eso es que hacemos votos porque las señoras que tienen afición a las letras, sepan imitar a la ilustre poetisa, cuya es la leyenda de que nos ocupamos" (Rodríguez, Zorobabel. "Prólogo puesto por don Zorobabel Rodríguez a la leyenda 'Escepticismo i fé'". En Marín, Mercedes. Poesías de la señora Da. Mercedes Marín de Solar dadas a la luz por su hijo Enrique del Solar. Santiago: Impr. Andrés Bello, 1874, p. 322-323).