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Haroldo, episodio del siglo XV (1887)

El primer libro que publicó Amelia Solar fue Haroldo, episodio del siglo XV. El volumen llevó el subtítulo "Tomado del francés", por lo que se ha considerado que el argumento de esta narración en verso fue inspirado en una leyenda francesa, aunque no ha sido especificada (Eliz, Leonardo. "Mercedes Marín del Solar". Musas chilenas: siluetas líricas y biográficas sobre los más distinguidos poetas nacionales, desde Pedro de Oña hasta la presente época. Santiago: Eds. de La Unión, 1889, p. 26).

La leyenda fue parte de un conjunto de publicaciones escritas por mujeres entre 1860 y 1890, quienes "se insertan fundacional o precursoramente en la cultura escrita e impresa chilena, la que se caracteriza por ir adquiriendo de forma gradual un carácter más moderno y especializado" (Arcos, Carol. "Figuraciones autoriales: la escritura de mujeres chilenas en el siglo XIX (1840-1890)". Revista Iberoamericana. Volumen LXXXII. Número 254, 2016, p. 64).

Situado en la Edad Media, el argumento de la leyenda presentó la historia del exsoldado Haroldo, quien regresó a su patria, Bretaña, luego de que en una campaña de guerra fuese prisionero en un lugar de África. En el barco que lo traía de retorno a su país se enfermó de lepra, por lo que tuvo que vivir al margen de la sociedad, en el cementerio cercano al castillo de los príncipes de Bretaña. Sin embargo, su deseo de saber cómo estaba su esposa, Armella, a quien no veía desde antes de la guerra y quien actualmente vivía como doncella en el castillo, era mayor. En una ocasión, Haroldo logró contactarse con Armella en el bosque y, desde ese momento, ambos se reunieron con distancia para evitar el contagio. No obstante, una noche, en el castillo notaron la ausencia de la doncella. Cuando la encontraron, la acusaron de "impía, maga" y "¡en falta cogida! / Con los muertos confundida / ¡Por el cementerio vaga! / ¡Esta al demonio vendida!" (Solar, Amelia. Haroldo: episodio del siglo XV. Santiago: Imprenta "Victoria", 1887, p. 62). Armella fue llevada a un juicio por la Iglesia Católica, durante el cual el pueblo de Bretaña la llamó "bruja". Próxima a ser condenada a la hoguera, Tomás Connecto, el sacerdote del pueblo, había ido en búsqueda de Haroldo, quien reveló la verdad sobre los encuentros con Armella. Ante esto, la doncella fue perdonada por los jueces y el pueblo.

En las décadas cercanas a la aparición de la obra, cuando se ha hecho referencia a la producción de Amelia Solar, Haroldo, episodio del siglo V es nombrado como un dato marginal. Así, por ejemplo, en la sección de "Poesía" de La literatura femenina en Chile se informa que se publicó en 1887 y contaba con un prólogo (Medina, José Toribio. La literatura femenina en Chile. Santiago de Chile: Imprenta Universitaria, 1923, p. 29). Otro ejemplo es el de la mención en Musas chilenas, libro en el que se indicó que Solar era "autora de la leyenda Haroldo el Normando", confundiendo el título de la obra con la del español José Echegaray (1832-1916), Haroldo, el Normando: leyenda trágica en tres actos y en verso (1881) (Eliz, Leonardo. "Mercedes Marín del Solar". Musas chilenas: siluetas líricas y biográficas sobre los más distinguidos poetas nacionales, desde Pedro de Oña hasta la presente época. Santiago: Eds. de La Unión, 1889, p. 26). No obstante, un año después de su publicación, en el duodécimo tomo de la Revista de Artes y Letras (1844-1890), se dio cuenta de la aparición de la "preciosa leyenda en verso". En el texto, firmado por La Redacción de la revista, se destacó que, "aunque su autora por un exceso de modestia, no lo califique de original", el Haroldo "es una producción notable bajo muchos respectos, en la cual brillan a un tiempo el esmero del artista y los sentimientos más delicados de un noble corazón" (La Redacción. "Revista literaria. Haroldo (Episodio del siglo XV) por la señora Amelia Solar de Claro". Revista de Artes y Letras. Santiago, tomo XII, 1888, p. 479).

En el prólogo de Haroldo, episodio del siglo XV, se presentó un breve comentario a la obra. En este texto, el escritor y político Carlos Walker Martínez (1842-1905) elogió especialmente la temática y su forma de narración, en relación con lo cual indicó que si bien "pueden hallarse tal cual verso débil, tal cual giro prosaico, tal cual incorrección de lenguaje, porque los lunares no hacen feo al rostro que naturalmente es hermoso: pero, sí, afirmo que Haroldo tiene sentimiento, escenas delicadas, situaciones dramáticas, movimiento de escena; en una palabra, que hay en su concepción y desarrollo aquel misterio, aquella inspiración, aquel brillo, aquellas luces crepusculares, aquellas pinceladas sonadoras, que son la poesía" (Walker Martínez, Carlos. "Dos palabras". En Solar, Amelia. Haroldo, episodio del siglo XV. Santiago: Imprenta "Victoria", 1887, p. 4).

Walker Martínez destacó, además, que este libro no estuviera influenciado por el naturalismo o el realismo, "aberraciones vergonzosas" que se "alejaban de lo bello". Para el prologuista, en Haroldo el lector "no descubrirá (…) el veneno infiltrado en ninguna forma, ni en cuadros de naturalismo grosero, ni en digresiones de dañosas doctrinas, ni en sombras echadas de propósito para sembrar en el espíritu la intranquilidad de la duda, que es la gangrena que empieza a corroer la sociedad en que vivimos" (p. 8). En el momento de aparición de Haroldo, "el que existieran escrituras que no replicaban ese tipo de 'estéticas', posibilitaba que autoras como Solar pudiesen ser integradas, sin mayores discusiones, en estos espacios reconociéndoselos como higiénicos", es decir, como una "literatura 'sana'" para "un público 'vulnerable' a la nocividad de ciertas obras y lecturas" (Landeros, Damaris. "Amelia Solar (Marín) de Claro: tradición y ampliación del espacio escritural". En Contreras, Joyce; Landeros, Damaris y Ulloa, Carla. Escritoras chilenas del siglo XIX: su incursión pionera en la escuela pública y el campo cultural. Santiago de Chile: Red Internacional del Libro®Editores, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, 2017, p. 187-188).