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Poesías (1900) de Samuel Lillo

En 1900, se publicó Poesías, primer libro de Samuel Lillo. En el momento de su aparición, el autor era una figura conocida en el ambiente literario de la época, pues ya había publicado poemas en medios periódicos y también por su labor al refundar el Ateneo de Santiago en 1899. A pesar de esto, el libro no tuvo mucho alcance en relación con su recepción, sino que fue hasta la publicación de Canciones de Arauco (1908), uno de los varios libros de cantos poéticos del autor, que la poesía de Lillo fue más comentada y reconocida por la crítica.

Poesías integró treinta y cinco composiciones, un conjunto de estas había sido publicado previamente en La Revista de Chile (1891-1901), medio dirigido por Gustavo A. Holley y en el que, desde su segundo tomo, aparecía Samuel Lillo como uno de sus propietarios. Algunos de estos poemas fueron "El cóndor ciego", "Elegía de otoño", "Oceánica", "Mi padre", "La tumba del marino", "La ballenera", "Nostalgia", "La selva primitiva", "Sísifo", los que se publicaron entre julio de 1898 y julio de 1899. Al año siguiente, la revista incluyó otros cuatro poemas del autor avisando que había un volumen en prensa del escritor ("Poesías de un volumen en prensa". La Revista de Chile. Volumen V. Número 1, 1 de julio 1900, p. 9).

En cuanto a la recepción de Poesías, tanto en el momento de su publicación como posteriormente en artículos que hacen referencia de forma general a la obra de Samuel Lillo, la crítica literaria ha destacado el carácter descriptivo del libro y también se lo ha vinculado con la estética romántica. Así, por ejemplo, se mencionó que en Poesías se manifiesta el "deseo de buscar en la observación de la naturaleza principalmente, la fuente de las emociones que desea despertar en nosotros". En este sentido, "en muchos de estos cuadritos hay verdad y observación real e intensa y con ellos consigue evocar en nosotros impresiones borradas, recuerdos lejanos que dormitan asociados a esos cuadros de la naturaleza. ¿Qué más se puede pedir al poeta que ha conseguido con la magia de unas cuantas palabras tocar y remover sensaciones dormidas, llamándolas a la vida en el cementerio de nuestros recuerdos? (E. L. G. "Poesías de Samuel Lillo". La Revista de Chile. Volumen 5. Número 4, 15 agosto 1900, p. 123-124). En otra crítica de 1900 se comentaba que "los trozos líricos descriptivos no habían sido superados por ningún otro poeta, como aquel 'de la selva primitiva' y para los demás espíritus delicados, unos suaves paisajes campestres y unos barcos como los de la 'siega' y 'la niebla' y unas firmes marinas, sonoras como las olas y 'penetrantes como yodos oceánicos'" (Cabrera Guerra, Marcial citado por Araneda, Fidel. "Don Samuel A. Lillo y El Ateneo de Santiago". Atenea. Número 397, 1962, p. 151).

Otro aspecto que se ha destacado es la temática social. Para Miguel Ángel Díaz, en Poesías "está el acento viril del hombre que reclama justicia para los desventurados, en tanto exalta, con sus mejores versos, las virtudes y bellezas ignoradas de nuestra esplendente naturaleza sureña, con sus pumas, sus cóndores, huiñas, zorros y más allá el mar, en el piélago inmenso de su sinfonía vital, cantando además a los hermosos bosques de hualles, peumos y pellines seculares" ("Vida y obra de Samuel A. Lillo". Occidente. Número 233, 1971, p. 17).

Por su parte, el sacerdote y crítico literario Fidel Araneda Bravo resaltó la variedad de temas de Poesías, haciendo hincapié en los poemas en que aparecen retratadas "las clases trabajadoras": "Los temas son principalmente descriptivos, pero no falta la nota lírica; en este pequeño volumen hay también algunos asuntos araucanos, otros sobre la fauna y flora chilenas, algunas marinas y ahora se advierte en el verso la gente pobre y humilde: la poesía 'Estival', publicada más tarde bajo el título de 'Los Galeotes', en la cual, con sus conceptos muy atrevidos para entonces, rompe 'la indiferencia culpable del ambiente cerrado y egoísta de aquellos tiempos frente a las miserias y desnudeces de las clases trabajadoras' que León XIII había condenado nueve años antes de la Encíclica 'Rerum Novarum'" (Fidel, Araneda. "Don Samuel A. Lillo y El Ateneo de Santiago". Atenea. Número 397, 1962, p. 151).