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Imprenta y editora Numen

A inicios del siglo XX, el periodismo en Chile tuvo un proceso de reconfiguración hacia "un modelo de prensa más acorde con los patrones universales que la modernización liberal estaba imponiendo y que estaban rearticulando también la cultura y vida cotidiana de la sociedad chilena" (Santa Cruz, Eduardo. "El campo periodístico en Chile a comienzos del siglo XX". Periodismo y sociedad. Número 14, 2003, p. 4). Así, el periodismo se orientó a la entrega de "información y a crear un 'mercado noticioso', útil a la consolidación del capitalismo, difundiendo sus valores y principios". En este contexto "irrumpió la prensa obrera con objetivos muy distintos de la prensa comercial y sus criterios de producción y venta tenían una orientación ideológica a favor de la lucha social. Coincidiendo con el alza organizativa e ideológica del movimiento obrero, a partir de 1916 esta prensa creció sustantivamente hasta 1927, cuando fue aniquilada por la dictadura del general Ibáñez" (Donoso, Karen. "Las mordazas a la prensa obrera. Los mecanismos de la censura política en chile, 1919-1925". Izquierdas. Número 28, julio 2016, p. 195).

La creación de periódicos fue "un pilar fundamental" tanto para "socialistas como anarquistas", pues estas publicaciones se empleaban como un medio de organización y difusión política a la vez que "se le daba existencia pública al movimiento en medio de una cultura principalmente letrada" (Donoso, p. 195). Una de las imprentas que hacían posible esta actividad era Numen, que en 1918 era propiedad de Julio Enrique Valiente Medina (1882-1965) -"antiguo organizador y anarquista así como representante de la unión de tipógrafos" de la Asamblea Obrera de Alimentación Nacional (AOAN)- y de Santiago Labarca Labarca (1893-1968), reciente expresidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Craib, Raymond. Santiago subversivo 1920: anarquistas, universitarios y la muerte de José Domingo Gómez Rojas. Santiago: LOM Ediciones, 2017, p. 145).

En Numen se imprimían la revista homónima, que en 1918 era dirigida por Labarca y Juan Egaña (1896-1928); Verba Roja, publicación dirigida por Luis Armando Triviño (1893-) y Manuel Antonio Silva; y Acción Directa (1920-1951), "además de otros periódicos sindicales y de propaganda alessandrista". También se realizaban en Numen "diversos trabajos" emprendidos por "estudiantes y obreros y entidades ligadas al mundo progresista" (Lagos Mieres, Manuel Andrés. "Valiente, Julio E.". Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas, 2020. Consultado el 13 agosto 2021).

A fines de 1919, apareció una circular en el número 37 de la revista Numen en la que se informaba a los socios suscriptores del semanario el proyecto de la imprenta de editar un libro al mes: "El continuado conocimiento que el trato de nuestra industria nos ha proporcionado, nos ha dejado la clara impresión de que en Chile se pueden hacer ediciones baratas de los mejores libros extranjeros y nacionales que traten de cuestiones sociales, hoy de la más palpitante actualidad. De aquí que hayamos resuelto hacer de nuestra pequeña empresa Numen, una gran casa editora" ("Circular de Numen". Numen. Número 37, 27 diciembre 1919, p. 11).

En la circular se dio cuenta de los detalles económicos y técnicos para llevar a cabo la tarea. Además, se expresó la línea editorial que tendrían las obras a publicar: "Nuestra acción se dedicará por entero a capacitar al pueblo, a despertar en él nobles sentimientos de redención y no bajos instintos de odio. Le daremos a conocer los derechos que en su calidad de hombre tiene y los deberes que como miembro de una sociedad debe cumplir. Trataremos de moralizarlo, haciéndole ver que el vicio es el arma más poderosa que esgrimen los que lo explotan. Le daremos a conocer los problemas que le interesan, le mostraremos el alto nivel alcanzado por sus hermanos de otros países. Esa será nuestra propaganda" ("Circular de Numen". Numen. Número 37, 27 diciembre 1919, p. 11).

En el periodo que va desde 1919 hasta 1920, la imprenta había publicado cerca de una decena de libros, entre ellos, Significación histórica del movimiento maximalista de José Ingenieros (1877-1925), Dolor, dolor, dolor de Fernando García Oldini (1896-1965), El bolcheviquismo ante la Guerra y el Mundo de León Troski (1879-1940) ("Nuestra sección librería". Numen. Número 28, 22 mayo 1920, p. 3) y Alianza Liberal, programa del candidato presidencial Arturo Alessandri Palma (1868-1950).

Sin embargo, dado el clima político del tiempo, "las imprentas pronto pasaron a ser objetivos centrales de la represión, al punto de que tanto el lenguaje como las tecnologías que lo facilitaban se convirtieron en sitios de lucha política. Periódicos, panfletos y circulares publicados por Verba Roja y Numen eran vistos como instrumentos diseñados para el derrocamiento del orden social". Se perseguía a los trabajadores y trabajadoras que fuesen sorprendidos distribuyendo algunos periódicos y las publicaciones sufrían censura. También los editores eran perseguidos, como fueron los casos de Armando Triviño, Santiago Labarca, Manuel Silva, Juan Egaña y Julio Valiente, quienes "habían sido arrestados en numerosas ocasiones por escribir o publicar artículos y editoriales que las autoridades consideraban subversivas" (Craib, Raymond. Santiago subversivo 1920: anarquistas, universitarios y la muerte de José Domingo Gómez Rojas. Santiago: LOM Ediciones, 2017, p. 145-146).

El 19 de julio de 1920, el mismo día en que la sede de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile fue asaltada por primera vez, un grupo ingresó a la Imprenta Numen y la destruyó. Según el relato de Julio Valiente que apareció en Claridad (1920-1932), los asaltantes encendieron los "papeles para alumbrarse, y empiezan, armados de fierros y herramientas apropiadas, a golpear las linotipias hasta molerlas. Otros empastelan completamente todas las cajas, dando, además, vuelta los chivaletes y armarios, dejando, en poco más de media hora, todo convertido en un montón de ruinas" (Valiente, Julio. Claridad. Número 26, 21 julio 1921, p. 6).

Se ha interpretado que el hecho de que "la sede de la FECh y la imprenta Numen hayan sido objeto de violencia el mismo día no era una coincidencia. Ambas estaban vinculadas a ciertas figuras particulares", como lo eran Labarca y Valiente. En este sentido, "tanto la sede como la imprenta eran percibidas como sitios donde los líderes estudiantiles de la FECh y los obreros hacían causa común. No era difícil entender el ataque como una destrucción de palabras posibles, una quema de libro preventiva del tipo que, de hecho, tendría lugar dos días después frente a la sede de la FECh (Craib, p. 146-147).