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Orígenes del Partido Radical

Durante la segunda mitad del siglo XIX, Chile se incorporó a la economía capitalista a través de la explotación minera, la agricultura y el comercio de manufacturas. Así, se dio inicio al proceso de industrialización del país que fue acompañado por la extensión de líneas férreas, a la par de la construcción del Estado moderno que creció en instituciones y presencia territorial.

Lo anterior permitió el surgimiento de una clase social de carácter burgués con ideas políticas y prácticas sociales distintas a la oligarquía gobernante, lo que generó un quiebre al interior de la clase dominante, ya que estos grupos tuvieron proyectos de desarrollo distintos. Los sectores tradicionales de la oligarquía mantuvieron una visión proteccionista en lo económico, moderada y autoritaria en lo político, mientras que la nueva burguesía defendió el liberalismo en todos los ámbitos de la vida nacional.

En 1858 se produjo una fuerte recesión económica a nivel mundial y nacional, que produjo el cierre de diversos mercados, particularmente los mercados de California y Australia, que consumían trigo y cobre chilenos. Debido a esto, muchos empresarios nacionales formaron un movimiento revolucionario en contra del presidente Manuel Montt (1809-1880), a quien culparon del mal manejo económico de la crisis.

El malestar aumentó cuando el gobierno intervino en las elecciones de ese año y que impugnó muchos de los escaños del parlamento ganados por los liberales. Al año siguiente estalló la revolución en Copiapó liderada por un grupo importante de liberales contrarios a la Fusión Liberal-Conservadora, al Partido Nacional o Monttvarista y al presidente Montt. Los revolucionarios plantearon, además, la necesidad de llevar a cabo reformas constitucionales.

Durante la revolución se incorporaron los sectores populares a la actividad política, principalmente artesanos y obreros, mediante agrupaciones en defensa de sus demandas sociales, sumado a su alistamiento en el ejército rebelde, actividades a través de las cuales se les otorgó formación educativa y política, sobre todo en los denominados "clubes radicales", como el Club de la Oposición en Santiago y Valparaíso y el Club Constituyente en Copiapó (Grez, Sergio. De la "regeneración del pueblo" a la huelga general. Santiago: LOM, 2007, p. 405-408).

Debido a sus acciones sediciosas, este grupo de liberales, inspirados políticamente en la revolución de Paris de 1848 y en la experiencia previa que significó la Sociedad de la Igualdad, fueron denominados por el espectro político conservador como "liberales rojos" o "radicales". Entre quienes lideraron este movimiento se encontraron Pedro León Gallo (1830-1877) y Ángel Custodio Gallo (1828-1889), Manuel Antonio Matta (1826-1892) y Guillermo Matta (1829-1899), Francisco Marín, José Francisco Vergara (1833-1889), Isidoro Errázuriz (1835-1898), Justo Arteaga Alemparte (1834-1882), entre otros, quienes posteriormente fueron parte del parlamento nacional.

Finalmente, las fuerzas revolucionarias fueron derrotadas por el ejército leal al presidente en la mayoría de las provincias. Una de las consecuencias directas de este conflicto fue la renuncia de Antonio Varas (1817-1886) a la candidatura presidencial como continuador de la obra de Montt, siendo reemplazado por José Joaquín Pérez (1800-1889), quien fue electo presidente como candidato de la Fusión.

Luego de la revolución, muchos radicales salieron al exilio, mientras que los que lograron quedarse en Chile se mantuvieron en la oposición al gobierno del presidente Pérez. Hacia 1862 Manuel Antonio Matta fundó el periódico La Voz de Chile, primer órgano de tendencia radical que tuvo la finalidad divulgar estos ideales en todo el país. En dicho periódico trabajaron también obreros y artesanos, muchos de ellos "igualitaristas" y mutualistas que participaron en los alzamientos civiles de 1851 y también en la revolución de 1859.

En 1863 se organizaron las primeras asambleas radicales en todas las provincias del territorio nacional con la finalidad de recabar opiniones, problemáticas y hacer converger ideas, siendo las instancias más importantes las de Copiapó, La Serena, Santiago y Concepción. Esto convirtió a la colectividad radical en la primera con presencia territorial en todo el país (Urzúa, Germán. Diccionario político institucional de Chile. Santiago: Editorial Ariete, 1979).

Esa generación debió realizar cambios en sus preceptos ideológicos para "escapar de la vorágine pelucona y del emborrachamiento político que envolvió a los que se le aproximaban, era indispensable "radicalizar" el programa político, incorporar sectores sociales no pelucones y mantenerse consecuentemente adherido a esos nuevos principios", lo que dio a sus líderes un "contenido ideológico "de enlace" con las inquietudes de la sociedad civil y la opinión pública; lo que sin duda estaba en el camino apropiado para constituir un partido político moderno" (Salazar, Gabriel y Pinto, Julio. Historia contemporánea de Chile I. Estado, legitimidad, ciudadanía. Santiago: LOM, 2018, p. 209).

En esos primeros años, que van desde 1859 a 1887, los principios doctrinarios que movilizaron al radicalismo fueron la defensa de las libertades ciudadanas en todo ámbito, el crecimiento, modernización y fortalecimiento de las instituciones del Estado, el liberalismo económico, la libertad de culto y la separación entre la Iglesia y el Estado. Este liberalismo radical defendió "una reforma completa a la Constitución y el establecimiento del avanzado republicanismo que aquella había defendido. Por eso estimó que la unión con los conservadores entrañaba un peligro para su doctrina, ya que, unidas dos tendencias opuestas, el empuje de los liberales sería neutralizado con la reacción de los conservadores" (Echaiz, León. Evolución histórica de los partidos políticos chilenos. Santiago: Editorial Francisco de Aguirre, p. 46).

En dicha fundación destacaron las intervenciones de los parlamentarios Juan Agustín Palazuelos (1840-1897), Federico Varela (1826-1908), Enrique Mac-Iver (1845-1922), Valentín Letelier (1852-1919) y Manuel Recabarren (1826-1901).

Si bien desde 1863 el Partido Radical funcionó como organización política formal y estructurada, este obtuvo sus reglamentos internos, programa y definición de directorio nacional y direcciones provinciales en la primera Convención Radical realizada en 1888, donde se unificaron las diversas posturas ideológicas.