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Manifiestos de los grupos universitarios Lux y Spartacus

Cuando en octubre de 1920 apareció el primer número de Claridad -periódico oficial de la Federación de Estudiantes de Chile (FECH)-, se vivía un ambiente político iconoclasta, de crítica al capitalismo, el sistema parlamentarista y la oligarquía, especialmente en el mundo estudiantil.

Manteniendo un diálogo crítico con el marxismo y una distancia ideológica con la Revolución rusa, Claridad -y el grupo homónimo que le dio vida- promovió el "individualismo político", el "anarquismo intelectual", el "internacionalismo proletario" y el antimilitarismo, así como la vinculación con los movimientos obreros (Moraga Valle, Fabio. Muchachos casi silvestres: la Federación de Estudiantes y el movimiento estudiantil chileno, 1906-1936. Santiago: Ediciones de la Universidad de Chile, 2007, p. 287).

No obstante este perfil, desde sus inicios, Claridad publicó textos de representantes de un amplio espectro político e ideológico, dando cabida a "miembros de la bohemia" que se reunieron en torno a la figura del "poeta mártir", José Domingo Gómez Rojas (1896-1920); estudiantes católicos; "jóvenes de la Asamblea de la Juventud Radical de Santiago", como Santiago Labarca, Alfredo Larraín Niell y Rigoberto Soto Rengifo; los artistas vinculados con las vanguardias locales -como fue el caso de Alberto Rojas Jiménez (1900-1934) y Martín Bunster, quienes publicaron en Claridad el "Primer manifiesto agú"- y a "casi todos los grupos anarquistas tanto intelectuales como obreros" (Moraga, p. 292).

Dada esta heterogeneidad ideológica, en el momento en que se constituyó la Confederación de Estudiantes Revolucionarios o Soviet de Estudiantes hacia mediados de agosto de 1921, Claridad publicó entre sus páginas los manifiestos de los grupos que lo compusieron, "aun cuando estos eran profundamente críticos" de la FECH y, en consecuencia, del mismo periódico Claridad, en tanto "órgano oficial" de la Federación (Moraga, p. 292). Entre estos grupos estuvieron: Lux, vinculado a la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile; Spartacus, de Bellas Artes; Renovación, de Leyes; Insurrección, de Comercio y Rebelión, agrupación de Estudiantes Secundarios ("El Soviet de Estudiantes". Claridad. Año I, número 31. Santiago, 27 de agosto de 1921, p. 6).

El Grupo Universitario Lux fue la agrupación más polémica y la que utilizó con mayor frecuencia la tribuna de Claridad: entre 1921 y 1924 publicaron una serie de manifiestos y artículos político-ideológicos, que promovían "la ruptura con los valores tradicionales que oficialmente sustentaba la sociedad chilena como el sentido de la patria, Dios, la propiedad, la familia, el orden, y la justicia" (Lizama, Patricio. "Vanguardia chilena: manifiestos, revistas e intelectuales". Mapocho. Número 71, primer semestre de 2012, p. 39).

En la conformación del grupo "probablemente" participaron Alfonso Asenjo, Santiago Ureta Castro, Laín Diez, Alfredo Demaría, Alfredo Larraín Niell, Oscar Schnake y Juan Cervantes (Moraga, p. 335), quienes mantuvieron contacto con la organización sindicalista Industrial Workers of the World (IWW) por intermedio de Armando Triviño.

Asimismo, el grupo Lux creó "una editorial homónima que estaba a cargo Luisa Soto". La Editorial Lux "publicó una serie de folletos doctrinarios" (Moraga, p. 335), entre ellos El comunismo en América de Evangelina Arratia o La I.W.W. en la teoría y en la práctica de Armando Triviño, además de Cancionero revolucionario, compilado por el mismo Triviño, y la segunda edición, a cargo de Roberto Meza Fuentes (1899-1987), de Rebeldías Líricas de Gómez Rojas, entre otras publicaciones.

Del conjunto de textos dados a conocer por el grupo en las páginas de Claridad, destacaron su "Declaración de principios", publicada en el número 22, del 25 de junio de 1921, y el "Manifiesto del Grupo Universitario Lux a los Estudiantes e Intelectuales de Chile", publicado el 2 de julio en el número 23.

Mediante una enunciación colectiva, el manifiesto del Grupo Lux invitó a estudiantes y, especialmente, a los intelectuales chilenos a hacerse parte en el camino de una transformación social que debía desarticular los poderes del Estado y las Fuerzas Armadas por la vía de la acción revolucionaria pues comprendían que la organización estatal y sus instituciones eran complementarias de un sistema de producción económico, el capitalismo, que al promover la propiedad privada e individual de los medios de producción tenía como fundamento y consecuencia la explotación de los trabajadores y su opresión económica (Lizama, p. 39).

El intelectual que el manifiesto construía -tanto en enunciador como en destinatario- venía a ser "el portavoz de los sujetos sociales, (…) el guía que lidera y entrega al proletariado las orientaciones de las que este carece porque se asume como el 'portador de la universalidad, pero en su forma consciente y elaborada'" (Lizama, p. 39).

El grupo Universitario Lux jugó un papel crucial en las gestiones para "unificar la labor de los estudiantes revolucionarios de Santiago" que derivaron en la fundación del Soviet de Estudiantes. Esta organización incluyó entre sus principios la responsabilidad que le cabía a "los intelectuales" en el "advenimiento de la nueva sociedad": direccionar sus actividades "al servicio de la propaganda, de la idea y de la acción revolucionaria" ("El Soviet de Estudiantes". Claridad. Año I, número 31. Santiago, 27 de agosto de 1921, p. 6). Siguiendo la declaración del Soviet del que fue parte, el Grupo Universitario Spartacus, vinculado a la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile, publicó el 20 de agosto, en el número 23 de Claridad, el "Primer Manifiesto a los Artistas y Estudiantes de Bellas Artes".

Teniendo como base la interpretación de la realidad social y económica chilena del Grupo Lux y el Soviet de Estudiantes, para el Grupo Spartacus, el arte debía ser revolucionario y, por tanto, el artista comprometido con el cambio social debía "encontrar los métodos para romper con los lazos económicos que lo llevaban a aceptar como forma propia de expresión el arte burgués y buscar en la organización de los artistas en sindicatos una forma de no adscribir a criterios artísticos que no le eran propios" (Moraga, p. 343).

En este sentido, el "Primer Manifiesto a los Artistas y Estudiantes de Bellas Artes" dividió el campo artístico entre "artistas libres, emancipados de los intereses del capitalismo burgués, y los artistas esclavos que viven dependientes de un sistema que favorece la elaboración de un arte 'nauseabundo y pastoso'". El manifiesto hace un llamado a la rebelión política y estética de los artistas vinculados a la institucionalidad del arte en Chile que representaba, por un lado, la Escuela de Bellas Artes, que privilegiaba la "imitación de los maestros", rechazando "la influencia extranjera" del arte contemporáneo de vanguardia y promovía "la elaboración de un arte nacional que valora la tierra, la raza y el color local", y, por otro lado, el circuito artístico vinculado a la oligarquía, que promovía el arte puesto al servicio del poder político y, por tanto, de la "estabilidad del sistema" de producción económica (Lizama, p. 40).

Spartacus anheló un arte que fuera revolucionario, es decir, "comprometido con la sustitución del régimen capitalista por uno de justicia, 'amplio'"; cosmopolita, "que no reconociera fronteras entre los países" y "esencialmente antimilitarista", pues tenía que "combatir toda guerra que intentara colocar a un artista contra otro" (Moraga, p. 342-343).