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Congreso Católico Araucanista (1916)

El Congreso Católico Araucano -también llamado "Congreso Araucanista"- fue un evento de carácter religioso-político que se dio en el contexto del periodo reduccional de la población mapuche y que tuvo como propósito planificar y lograr la "civilización y evangelización del araucano". No obstante, en palabras de Mauricio Cárdenas, "también estuvieron presentes las ideas de protección y defensa de este pueblo, como así un interés por elevar su moral y dejar de lado los prejuicios que la opinión pública tenía hacia ellos" (Cárdenas, Mauricio. "El Congreso Católico Araucanista (1916)". Bicentenario. Revista de Historia de Chile y América. Volumen 15. Número 2, 2016, p. 56).

Este evento se organizó como respuesta a la encíclica Lacrimabili statu indorum (1912), en cuyo texto se hacía un llamado a que los prelados "en sus respectivas naciones, tomasen a su cargo la defensa y protección de los indígenas". En octubre de 1916, se dio a conocer el "Edicto sobre celebración de Congreso Araucanista" en el que -junto con indicarse su próxima realización- se adelantaba uno de sus objetivos, dar "a conocer todo lo que haya de interesante acerca de los araucanos: sus cualidades, costumbres, lengua, sus industrias y obras, a fin de que todos los chilenos coadyuven a mejorar la situación moral, política y económica de aquella raza, digna a todas luces de mejor suerte" ("Edicto sobre celebración de Congreso Araucanista". En Briones, Boris. "Las creencias del pueblo mapuche en el Archivo Secreto Vaticano". Revista CUHSO. Volumen 30. Número 2, diciembre 2020, p. 499-500).

El Congreso Católico Araucanista se realizó en diciembre de 1916 en Santiago. Fue presidido por Alamiro Huidobro, ministro de Colonización, con la participación del arzobispo de Santiago, Juan Ignacio González Eyzaguirre (1844-1918), quien -como cabeza de la Iglesia Católica- convocó a "miembros del clero, a las principales órdenes de la Araucanía (franciscanos y capuchinos), a integrantes del poder político, social y representantes del pueblo Mapuche" (Cárdenas, p. 56).

El evento se inauguró el día 10 de diciembre, momento en que presentaron discursos el arzobispo: Alamiro Huidobro; Ramón Subercaseaux, presidente del Congreso; Darío Urzúa (1863-1940), secretario general del Congreso; Manuel Manquilef (1882-1950), presidente de la Sociedad Caupolicán Defensora de la Araucanía y Jerónimo de Amberga, padre capuchino de la Misión de Boroa. Posteriormente, Antonio M. Ñankulen declamó un poema de Francisco Concha Castillo (1855-1927) y "se concluyó con la participación de dos niñas indígenas pertenecientes al grupo de religiosas franciscanas: una dio un discurso y otra pronunció una poesía" (Cárdenas, p. 64).

Las disertaciones se presentaron entre el 10 y el 17 de diciembre y trataron temas de carácter religioso, legislativo, etnográfico, educacional y sanitario. Algunas de las conferencias que se presentaron fueron: "Etnología y antropología araucana" por Leotardo Matus (1877-1941); "Política indígena" de José Ramón Gutiérrez (1860-1933); "Cualidades de la raza indígena" por Aurelio Díaz Meza (Cárdenas, p. 73); "La sangre en las creencias y costumbres de los antiguos araucanos" por Aureliano Oyarzún (1858-1947) y "Medicina e higiene de los antiguos araucanos" por Martín Gusinde (1886-1969) (Mora, Héctor. La institucionalización de las Ciencias Antropológicas en Chile: Una aproximación a las dinámicas socio-organizativas y cognoscitivas en la conformación del espacio científico (1860 y 1954). Tesis presentada para la obtención del grado de Doctor en Ciencias Sociales. Universidad de La Plata, 2018, p. 129).

En paralelo a estas conferencias, se realizó la "Exposición de Artes y Labores Araucanas", que tuvo lugar en el edificio de la Universidad Católica. Los objetos presentados se organizaron en dos salas: en la primera, se expusieron los "trabajos de cordados, deshilados, tejidos de lana, cuadros bordados, paisajes de la Araucanía y obras de indígenas educadas por las monjas franciscanas. También se expusieron un estandarte, cobre, monturas, mantas y ropas para niñas". En la segunda sala, se instaló un "Museo Antropológico Etnológico con la recopilación hecha en la misión apostólica de la Araucanía, incluyendo objetos de alfarería". Una parte de los objetos de la exposición fue entregada por Leotardo Matus y otra por la Sección Antropología y Etnología del Museo Nacional (Cárdenas, p. 75).

Si bien hubo intervención de miembros del pueblo Mapuche en el congreso durante la exposición y lectura de poesías, además de la participación como asistentes de los caciques Domingo Coñuepán, Juan Manuel Paillal, Juan Antonio Tralma y Rafael Cheufquelef, la mayor parte de las intervenciones en el evento estuvieron a cargo de figuras políticas y religiosas no indígenas. En este contexto, el discurso de inauguración de Manuel Manquilef como presidente de la Sociedad Caupolicán fue un caso particular.

Manquilef se refirió a las relaciones conflictivas entre el Estado chileno y el pueblo Mapuche e indicó que "mientras los valientes conquistadores nos trataron francamente como enemigos, pudimos defender nuestra tierra; pero cuando algunos malos gobernantes de la República se hicieron nuestros amigos, su amistad debilitó el vigor de nuestra raza alcoholizándola, y nos sumió en la miseria arrebatándonos nuestras tierras". En este sentido, para Manquilef, existía una "obligación sagrada" del Estado para con el pueblo Mapuche (Manquilef, Manuel. "Ecos del Congreso Araucanista. Discurso de don Manuel Manquilef". El Diario Austral. Año I. Número 292, 23 diciembre 1916, p. 3).

En relación con la creación de más escuelas -uno de los puntos que se esperaba discutir en el Congreso- Manquilef manifestó que antes que la instrucción de los mapuche, era necesario preocuparse por su estado económico y de propiedad pues, hasta esa fecha, "nadie se ha preocupado de nosotros, sino para hacernos aparecer como una raza inferior y extinguida", inferioridad que "está solo en la mente del usurpador, seremos un pueblo atrasado, pero no somos raza inferior, sino desgraciada". En este sentido, expresó: "Ante todo, señores, si queréis civilizar al indio, debéis primero proporcionarle el pan; es inútil pensar con enseñar al indio muchas cosas, si primero no os preocupáis de acomodar su situación y lo hacéis salir de los vericuetos, por ahora, sin salida, donde otros legisladores los han colocado" (Manquilef, p. 3).

En su intervención, Manquilef propuso dos aspectos a tratar en el congreso. Por una parte, la necesidad de la división de las comunidades y la división de la tierra, en miras de la propiedad individual, ideas que ya había propuesto en ¡Las Tierras de Arauco! (1915). Por otra parte, mencionó la relevancia de que una comisión asistiera a la Araucanía con el fin de ver la vida diaria del pueblo Mapuche y sus problemas, visita que iba a permitir, según Manquilef, terminar con las ideas peyorativas y estereotipadas de los mapuche: "Si queréis, señores, conocernos y hacernos y hacer algo útil por nosotros, es necesario que vayáis a nuestras rucas que jamás han tenido puertas y abiertas están todavía, como la manifestación más evidente que el pueblo araucano, a quien el mundo califica de ladrón, ha sido siempre honrado y confiado" (Manquilef, p. 3-4).