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Bella cosa mortal

Trece años después de su primera novela, La señorita Kitty, Alejandro Sieveking publicó Bella cosa mortal. La trama de la novela es gatillada por el asesinato de un hermoso veinteañero de buena familia, Danny-o, de quien se dice que era amante de una mujer adinerada; un rompecorazones, bisexual y posiblemente taxi boy. Su vida se va reconstruyendo desde el punto de vista del segundo esposo de la madre de Danny-o, fundiéndose, en los capítulos siguientes, con un punto de vista objetivo y las narraciones en primera persona de otros personajes, entre ellos, el mismísimo asesinado.

El protagonista es descendiente de inmigrantes alemanes instalados en Valdivia que conforman una especie de aristocracia local. Su madre, sin embargo, lo abandona a temprana edad por ideales políticos que la obligan a autoexiliarse, y lo deja a merced de un padre borracho e inútil que lo único que no vende son las paredes de la casa que heredó. Así, una tía controladora y extremadamente preocupada de mantener su posición social, Dorotea, lo adopta. Las contradicciones en las cuales se forma el pequeño Daniel son evidentes: el abandono, el amor posesivo de su tía cruzado por un frustrado deseo de venganza, odio y admiración por su madre, amor y compasión por su padre, la apariencia de un status social y una realidad despojada de riqueza material, así como de estímulos intelecutales y creativos.

En medio de esa turbia realidad, destaca la belleza de Danny-o. Su única virtud convierte a Danny-o en depósito del deseo de muchos a su alrededor, más aún cuando, una vez instalado en Santiago, adquiere una fugaz fama como modelo. La vida de Danny-o se desarrolla entre la sumisión extrema, como un perro que se ahuacha en las faldas del amo de turno, y un cuerpo bello utilizado a diestra y siniestra para satisfacer todo tipo de deseos y vacíos existenciales.

Hay un intento del autor por describir el ambiente de los años ochenta y principios de los noventa, donde conviven una severa represión con una liberación sexual y un auge económico que desmembran cualquier ley moral. En cierta manera, el bello joven no es más que una víctima de ese ambiente.

Con esta novela, Alejandro Sieveking no se apartó del interés que había movido su escritura para las tablas; por el contrario, ahondó en su proyecto de describir la realidad y criticar el estado de las cosas, esta vez, promoviendo la reflexión sobre el ambiente del final de la dictadura de Pinochet y el inicio del período de la transición.