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Recursos naturales

La vertiente oriental de Nahuelbuta, donde se localiza el valle de Angol, parece haber sido un lugar bastante poblado en los tiempos de la conquista. En consecuencia, al menos los sectores planos de estos valles se encontraban despejados de bosques y las quebradas cubiertas en distintas densidades. Sobre estos llanos Góngora Marmolejo da un indicio al señalar "se fue al asiento que había tenido la ciudad de Angol, haciendo por aquellos llanos la guerra, quitando a los indios las sementeras hasta que llegó el otoño". En otro pasaje señala "a la tierra llana de Angol". Además hay que considerar que el valle de Angol fue uno de los sitios donde más tenaz fue la lucha. La ciudad fue destruida varias veces y en cada refundación recibió un emplazamiento nuevo. Una vez se trasladó dos leguas, lo cual indica la posible amplitud de estos llanos. En el río Cautín la expedición de Gerónimo de Alderete encontró una tierra "tan poblada como la de Arauco". Con estas noticias salió Valdivia de Concepción "con ciento y veinte soldados a caballo con ánimo de poblar una ciudad" en el río Cautín donde encontró "tan buen sitio y en tan buena comarca y tan apacible, y que allí podía pagar a los conquistadores su trabajo y darles muy bien de comer, fundó allí una ciudad, e intitulóla La Imperial... Es tierra doblada y en partes llana. Es tierra muy poblada. Tiene el monte legua y media de donde se trae la madera para las casas". Mariño de Lobera, por su parte, describió así la región del río Cautín: "este lugar está a treinta leguas de la ciudad de Concepción, el cual es en todo lo que se puede desear tan aventajado, que ni yo acertaré a explicarlo, ni aun creo habrá pintor por diestro que sea, que le alcance a pintar la variedad, y hermosura de estos campos y praderas, ni hay matices tan vivos que puedan del todo significarlos. Toda la tierra parece un vergel ameno, y una floresta odorífera, y es toda tan de provecho que ni en la abundancia de las frutas, ni el número de los ganados es comparable a ninguna otra de la que los españoles han visto... es tanta la gente natural de ella que puesto un hombre en un lugar alto, donde puede divisar un largo trecho, no ve otra cosa sino poblaciones. Verdad es que no son los pueblos ordenados, ni tienen distinción uno de otro de suerte que se pueden contar tantos pueblos, mas solamente está una grande llanada llena de casas, algo apartadas unas de otras". Con el descenso demográfico indígena al sur del Biobío, algunos sectores llanos se debieron cubrir de bosques en los siglos XVII y XVIII. El interés por despejar de bosques los territorios para utilizar la tierra en el cultivo de grandes extensiones de trigo significó una profunda transformación del paisaje de la Araucanía en el siglo XIX. Miles de hectáreas de bosques fueron rozadas para habilitarlas agrícolamente. El propio ferrocarril era un gran consumidor de madera, tanto como combustible, como para la construcción de la línea férrea. Gustave Verniory, ingeniero belga que participó en la implementación del ferrocarril en la Araucanía, señala que "en la selva" trabajaban "nubes de leñadores" que elaboraban durmientes de roble pellín que luego llevaban a las faenas del tendido ferroviario. Otro negocio que se originó en torno a la explotación de los bosques y el ferrocarril fue el acopio y la venta de leña para las calderas de las locomotoras, de enorme consumo de energía. Los agricultores formaron cuadrillas de leñadores y de muleros encargados de cortar y trasladar el combustible.