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dos antologías polémicas

La primera de ellas fue Antología del nuevo cuento chileno, publicada por Zig-Zag en 1954. Esta recopilación de Enrique Lafourcade va precedida de una introducción donde el autor define las bases del cuento a partir de las ideas sostenidas por Lancelot Oliphant y los autores antologados, llegando a establecer cinco características: "1. Cuento es una narración en prosa; 2. De extensión breve (no hay cuento de mil páginas); 3. Con un principio, un medio y un fin; 4. En que, necesariamente, debe contarse algo; 5. Real o imaginario" (p. 13). De las definiciones de los autores destacan la de Margarita Aguirre: "Un cuento es como una mano empuñada, a diferencia de la novela, que es como una mano abierta" (p. 21).

El "nuevo cuento" que Lafourcade busca representar es aquel producido por autores jóvenes, menores de treinta años de edad, conocidos entre sí y cuya obra ha permanecido, hasta entonces, inédita. Para el antologador, una "generación literaria es siempre una unidad cultural, un nexo común dentro de un grupo humano" que se mantiene "oculto, imperceptible, difícil de situar, y, una vez situado, difícil de desentrañar en sus significancias últimas" (p. 14). Al preguntarse por el destino de esta generación, afirma: "Sin duda, brotarán grandes individualidades creadoras. Otros renunciarán al amargo ejercicio de la Literatura. Otros, finalmente, se deslizarán en una especie de medianía. Como todas las generaciones" (p. 18). Con ello, asume el carácter contingente que toda antología presenta como condición de origen, que determina los aciertos y errores que, a la larga, le serán atribuidos: algunos de los autores incluidos confirmarán, con el tiempo, su valor literario; otros, en cambio, no tendrán mayor trascendencia.

Los cuentos antologados son: "El nieto" de Margarita Aguirre, "Dos niños" de Fernando Balmaceda, "Pesadilla" de Guillermo Blanco, "En la gaviota" de Armando Cassigoli, "China" de José Donoso, "Naufragio" de Alfonso Echeverría, "La herida" y "Los pescados" de Jorge Edwards, "Flor de ceibo" y "Diamantino" de Félix Emerich, "Caída de un ángel" de Mario Espinosa, "El ángel muerde sus caderas" y "Otra vez en primavera" de Pablo García, "Niñita" de María Elena Gertner, "La mujer, el viejo y los trofeos" y "Aquí no ha pasado nada" de Claudio Giaconi, "Curuninas de fuego" de César Ricardo Guerra, "Margarita María" de Yolanda Gutiérrez, "La calle" de Eugenio Guzmán, "La novena luna" y "El cuerpo restante" de Luis Alberto Heiremans, "Rosita" de Pilar Larraín, "La pierna perdida" de Jaime Laso, "El hombre y su sueño" de Enrique Lihn, "¿Recuerdas?" de Enrique Moletto, "Las flores, el jarrón y los perros" de Gloria Montaldo, "Perceval" y "Soliloquio o coloquio" de Herbert Müller, "Los compadres" de Alberto Rubio y "Una historia de pesca" de María Eugenia Sanhueza.

Cinco años después, en 1959, Lafourcade publica su antología más polémica, Cuentos de la generación del 50, en cuyo prólogo hace mención a las numerosas controversias literarias que estaban teniendo lugar en prensa, radios y universidades de la época. La exclusión de Claudio Giaconi marca el recorrido crítico que ha descrito esta antología, que tiene tantos adherentes como detractores. El artículo de Eduardo Godoy "Lafourcade y el cuento chileno" (Signos (43-44): 65-73, primer y segundo semestre, 1998), da cuenta de esa resonancia.

Los cuentos incluidos son: "Los muertos de la plaza" de Margarita Aguirre, "Adiós a ruibarbo" de Guillermo Blanco, "Un recital memorable" de Armando Cassigoli, "La puerta cerrada" de José Donoso, "A la deriva" de Jorge Edwards, "H. M." de Mario Espinosa, "Extraña es tu noche, Josué" de Pablo García, "Un juego de salón" de María Elena Gertner, "Miguelito" de Luis Alberto Heiremans, "Zipelbrum" de Alejandro Jodorowsky, "La muerte del poeta" de Enrique Lafourcade, "El hombre que no supo decir no" de Jaime Laso, "Agua de arroz" de Enrique Lihn, "El testamento" de Enrique Moletto, "El Macfarlan" de Herbert Müller, "El juego de papel" de Waldo Vila y "Primera muerte", José Zañartu.