El paisaje generado por las vías del ferrocarril de circunvalación de Santiago y por las industrias instaladas en las inmediaciones de estas conformó un complejo urbanístico que los investigadores han denominado "anillo de hierro", en un guiño al concepto acuñado en 1872 por Vicuña Mackenna, que en su programa para La transformación de Santiago, prefiguró "una cintura de hierro" ciñendo a la capital. El trazado del ferrocarril de Circunvalación de Santiago definió los límites de la ciudad de la época y estableció las líneas de conectividad a través de las cuales se distribuían los insumos y se desplazaba la mano de obra para la actividad productiva, convirtiéndose en un elemento clave dentro de la consolidación de la urbe capitalina (cf. Pizzi, Marcela. El patrimonio arquitectónico industrial en torno al ex Ferrocarril de Circunvalación de Santiago: testimonio del desarrollo industrial manufacturero en el siglo XX. Santiago: Universitaria, 2009).

El ferrocarril fue construido por tramos, sin un plan maestro de toda la red, la cual llegó a tener una extensión aproximada de 13.4 km. El primero fue el tendido Alameda-San Diego, en 1857; a continuación se abrió el tramo Alameda-Yungay (1863); luego Yungay-Mapocho (1888), Alameda-San Diego (1898) y, finalmente, San Diego-Pirque (1910).

Con la expansión de la ciudad hacia el suroriente, surgió la necesidad de suprimir el tendido ferroviario, por cuanto constituía un obstáculo para su crecimiento. Se comenzó eliminando la estación Pirque, cuyo edificio, diseñado por el arquitecto Emilio Jéquier, fue demolido en el año 1942. Posteriormente, las estaciones Ñuñoa y Santa Elena corrieron el mismo destino.

La Estación Central y la Estación Mapocho, aún en pie, formaron parte también de esta red. Mientras la primera continúa en operación, la segunda, en cambio, fue la última en ser suprimida como terminal ferroviario en 1987. El edificio -a diferencia de las estaciones antes mencionadas- fue rehabilitado para albergar un importante centro cultural.