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arte colonial o arte virreinal

Los términos para definir el arte realizado en América desde su descubrimiento hasta el inicio de los procesos de independencia de los distintos países son generalmente el de "arte colonial", que hace referencia al período histórico, y el de "arte virreinal", cuya taxonomía tiende a destacar la organización territorial de Hispanoamérica durante esos siglos.

La producción de arte durante la Colonia desempeñó la función de una catequesis visual destinada a instruir a la población local en los misterios de la fe e inspirar en ella el fervor religioso. La manera en que estos contenidos se transmitían era, en un principio, estrictamente controlada por el clero, cuyas indicaciones iconográficas - que abarcaba desde el uso de colores y la distribución jerárquica de los elementos gráficos hasta las convenciones narrativas establecidas para los episodios bíblicos- debían ser cumplidas rigurosamente por el artista. Según la historiadora Isabel Cruz, "a la iglesia no le interesa que la obra sea 'artística', 'creadora' o 'imaginativa', sino fundamentalmente instructiva, educativa y emotiva y que la fe ortodoxa aparezca en ella de manera tan inequívoca y libre de toda caprichosa interpretación como los escritos de los teólogos. La estereotipia de las producciones le resulta, comparada con el peligro de la libertad artística, un mal menor" (Cruz, Isabel. Arte y sociedad en Chile 1550-1650, p. 35).

Sin embargo, el origen mestizo de los ejecutantes resultaba por lo general en interferencias simbólicas, expresión del incipiente sincretismo cultural que habría de dar forma a la religiosidad popular.

Es así como esta intolerancia del español y del clero frente a la simbología y sensibilidad indígena empieza a matizarse con el paso de los años, gracias a los aportes de las distintas órdenes religiosas, que descubren la necesidad que tienen de los indígenas para llevar a cabo su empresa evangelizadora y tratan de establecer un proceso de comunicación entre el mundo cristiano y el indígena. Esta flexibilización produjo un cambio en las técnicas y modos de representación del arte de la época.

Ejemplo de ello son las pinturas, murales y objetos donde, entreverados en la representación de temas evangélicos, es posible descubrir elementos propios de la cosmovisión indígena prehispánica, así como recursos estilísticos y expresivos originales, afincados en la sensibilidad vernácula de los artistas.

La sensibilidad del indígena y la dureza de la vida colonial, donde la tortura, las enfermedades y la fragilidad de la vida eran frecuentes, producen una intensificación en la representación de los sentimientos y sensaciones, ya sean éstos patéticos o alegres, que aparecen aquí liberados de los comportamientos y postulados racionales tan habituales en las representaciones europeas.

Asimismo, la gran demanda por imágenes populares fomentó la aceleración en los ritmos de producción de imágenes sacras, surgiendo nuevas técnicas que tenían como objetivo acelerar la ejecución, abaratar los costos y aumentar el impacto visual de las imágenes. A ello obedece el uso del "maguey", la tela encolada, las mascarillas de plomo y las figuras vestidas suntuosamente, como también los añadidos que se le colocaban a las esculturas: ojos de cristal, pelo, uñas y dientes naturales, lenguas de cuero, sogas, silicios y potencias.