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Chamantos

El huaso chileno ha concentrado parte importante de la producción artesanal nacional con sus aperos y atavíos. Montureros, espueleros, estriberos, talabarteros y chupalleros se encargan de confeccionar los aparejos necesarios para el hombre de campo de la zona central. Dentro de la indumentaria tradicional del huaso chileno, son indispensables los tejidos. Entre éstos son muy famosos los chamantos, elegantes mantas de doble cara, ricamente ornamentadas que se utilizan en rodeos y fiestas. La villa de Doñihue, en los alrededores de Rancagua, es actualmente una de las pocas localidades de nuestro territorio donde se ha resguardado la tradición textil de fabricar chamantos. Esta prenda es reconocida como una pieza artesanal clave, que revela los procesos de mestizaje ocurridos en Chile, ya que el chamanto es una apropiación criolla de los tejidos originales mapuche.

Con un telar vertical e hilos de seda, las chamanteras confeccionan estas prendas que incorporan en franjas de contrastantes colores, hermosos motivos extraídos de su propio entorno, como copihues, hojas, diferentes flores, guías de parra, espigas de trigo, ramos de mora y pájaros. A veces estos diseños tienen muchos años porque son legados generacionalmente en ciertas familias artesanas. De este modo, cada tejedora conserva sus propios motivos, los que nunca dispone de la misma manera en un chamanto. Así, cada pieza es diferente de la otra. Normalmente se hacen a pedido y el periodo de factura requiere de bastante tiempo por la dificultosa ornamentación y por la prolijidad con que se traman los finos hilos, lo cual transforma a los chamantos en prendas lujosas y costosas.