En medio de la organización republicana, la preocupación por el estado sanitario de la población fue una inquietud que cobró vida tempranamente. En 1833 y con la participación de médicos extranjeros que residían en Santiago, el Estado creó el primer curso de estudios médicos que contemplaba la concurrencia de cuatro cátedras: Anatomía a cargo de Pedro Morán, Medicina a cargo de Guillermo Blest, Farmacia a cargo de Vicente Bustillos, y Cirugía y Obstetricia a cargo de Lorenzo Sazié. Unos años después, la fundación de la Universidad de Chile en 1842 ofreció la oportunidad de contar con el espacio institucional, la Facultad de Medicina, que se requería para el desarrollo de una medicina moderna en una comunidad que aumentaba paulatinamente su demanda por servicios sanitarios.