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El ensayo

En el ámbito de investigación periodística, Guillermo Blanco publicó ensayos que fueron reconocidos tanto por periodistas como por escritores. Algunos de sus trabajos más destacados fueron: "El hombre en su palabra" (1973); "Los incidentes de Riobamba y Pudahuel vistos por tres diarios chilenos" (1977); "Comunicación social para la paz" (1978); "¿Hacia una nueva cultura?" (1980), y "Eduardo Frei, el hombre de la Patria Joven" (1984).

Es a partir de su práctica ensayística que se descubre a los autores que influyeron en su quehacer literario: William Faulkner, Ernest Hemingway, Sherwood Anderson, Graham Greene, Jean Paul Sartre y Albert Camus, entre otros. Perteneciente a la Generación literaria de 1950, compartió con sus coetáneos -José Donoso, Margarita Aguirre, Jorge Edwards, María Elena Gertner, Marta Blanco, Mercedes Valdivieso, Enrique Lihn, Jorge Teillier, Miguel Arteche, Efraín Barquero, Armando Uribe Arce, Alberto Rubio y muchos más- un momento histórico conflictivo, cuya consecuencia fue una visión existencialista del mundo: "Vivimos situaciones mundiales que se hacían nacionales: las guerras de España y Etiopía sublevaron nuestro sentido de justicia; la Segunda Guerra Mundial nos impuso la toma de partido, pero además se tradujo en restricciones, escasez, peligros; nos invitaban a pronunciarnos, el fascismo, el franquismo, la Iglesia Católica adoptó lenguajes, actitudes, posiciones nuevas. Todo esto nos 'des-localizaba', nos convidaba a ser universales" (Claudio Solar. "El existencialismo en la generación del 50", Godoy, Eduardo. La Generación del 50 en Chile. Santiago. Editorial La Noria, 1991. 443 p.).

Debe destacarse que Blanco estuvo más cercano a la propuesta existencialista de Jacques Maritain, pues su perspectiva fue más cristiana. En esta línea, publicó uno de sus textos más brillantes, El evangelio de Judas (1973), escrito a partir del asesinato del embajador alemán von Spretti en manos de guerrilleros guatemaltecos. En este libro, Blanco rechazó la visión de la iglesia que interpretó este hecho como una obra del destino, rebelándose a ello y rescatando lo esencial del Evangelio de Cristo: "Ese fue el instante en que para mí empezó la búsqueda. La muerte de von Spretti fue apenas el golpe de espuela. Ya me inquietaba el problema de la violencia en general. El de la guerra. El de los sacerdotes que bendicen armas. Había estado en Vietnam dos años antes, y sabía lo que hay en la raíz de una epopeya: mugre, corrupción, odio. Frente a todo esto, el Papa lanzaba trémulos llamados a la paz. Palabras" (Guillermo Blanco. El evangelio de Judas. Santiago: Pineda libros, 1973. p. 17-18).