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Pensamiento Socialcristiano (1870-1990)

Las problemáticas políticas y sociales desarrolladas durante el siglo XIX propiciaron la aparición del socialcristianismo en el seno del Partido Conservador, como una herramienta ideológica contraria al liberalismo radical, al comunismo y al anarquismo. Su base fundamental fue la conjunción de elementos emanados de la fe católica, a través de la encíclica papal Rerum Novarum de León XIII, tales como la ampliación de la democracia, los derechos sociales y los beneficios económicos, la formación moral, el asistencialismo, el corporativismo y el cooperativismo social. En las primeras décadas del siglo XX las disputas al interior de la elite conservadora generaron una evolución en el pensamiento socialcristiano, que desarrolló tres corrientes distintas: el socialcristianismo conservador, el falangista o demócrata cristiano y el obrerista sindical.

El socialcristianismo conservador se caracterizó por un fuerte apego a las leyes morales de la Iglesia Católica, apelando a la mantención del orden social cristiano. Sus principales propulsores fueron autoridades eclesiásticas que escribieron columnas de diversa índole en la Revista Católica (1883-1894), rechazando la idea de revolución social, y exhortando a sus fieles a llevar a cabo actos de beneficencia que mejoraran las condiciones de vida de los más desposeídos. Hacia 1880 este movimiento contó con dos organizaciones que intervinieron directamente en la vida de los sectores populares, a través de centros de ayuda y formación, siendo estas la Asociación Católica de Obreros (1878) y la Unión Católica de Chile (1883).

De esas organizaciones surgieron políticos e intelectuales como Abdón Cifuentes, Zorababel Rodríguez, Carlos Concha Subercaseaux y Augusto Orrego Luco, que dedicaron sus estudios a la Cuestión Social, y en específico a lo que ellos denominaron como la Cuestión Obrera, además de impulsar en el Congreso Nacional la promulgación de diversas leyes sociales.

Por su parte, tanto el socialcristianismo falangista como el obrerista sindical surgieron en la década de 1930 tras la crisis económica y social que sacudió al país, e influyeron en las ideas políticas hasta la década de 1990. Estas dos corrientes tuvieron como fundamentos ideológicos comunes el reemplazo del capitalismo liberal por un sistema económico y social basado en la cooperación, el comunitarismo y la solidaridad, la organización sindical independiente y la necesidad de reivindicar las demandas de los movimientos sociales del siglo XX.

En cambio, se diferenciaron en que el falangismo derivó en un anticomunismo y antisocialismo tendiente a resaltar lo que sus intelectuales definieron como "Revolución en Libertad" y rechazaron el autoritarismo de los socialismos reales, mientras que el socialcristianismo obrerista sindical apeló a la unidad de los trabajadores y al desarrollo de la resistencia popular. En el ámbito teórico, el falangismo siguió una línea intelectual más moderada y fue liderado por personajes como Eduardo Frei Montalva, Manuel Garretón y Radomiro Tomic, mientras que la base del socialcristianismo obrerista fueron las ideas de Jacques Chonchol y algunas premisas del socialismo, el comunismo y de los movimientos libertarios, que tuvieron una fuerte influencia en Clotario Blest, destacado líder sindical y organizador de la unidad obrera a través de la CUT.

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