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Cooperación y supervisión

El Estado brindó subvenciones a colegios particulares de mujeres, y también otorgó becas a alumnas que provenían de origen social modesto, en casos especiales. Los colegios más beneficiados por el gobierno, fueron el "Santa Teresa" de Antonia Tarragó, el de Isabel Le Brun y La Ilustración, fundado por Mercedes Badilla de Turenne.

Por otra parte, por medio del Ministerio de Instrucción Pública se fiscalizó el funcionamiento de estas escuelas, con visitadores que examinaban la educación impartida y la calidad de sus instalaciones. Por ejemplo, en un informe del año 1911, el Ministerio dio cuenta de que gran parte de los liceos particulares femeninos se hallaban deteriorados, poseían habitaciones y patios estrechos, las salas eran inadecuadas y algunos estaban desaseados. Inclusive colegios de gran prestigio, que figuraban con los mejores exámenes para el ingreso a la universidad se encontraban en estas condiciones, como era el caso del Liceo Santa Teresa. Asimismo, dicho informe abordó con preocupación la irregularidad detectada en la inscripción de alumnas para el examen de ingreso a la universidad. Según constataban, los liceos inscribían a un número muy superior de alumnas respecto al que finalmente rendía el examen. El Ministerio suponía que esta alteración se debía a que los liceos esperaban que la cifra de inscripción les confiriera más prestigio.

Además de lo expuesto, el Estado mantuvo cercanía al tema de la educación secundaria de mujeres mediante la Universidad de Chile, única entidad acreditada para tomar los exámenes que debían rendir las alumnas al finalizar cada curso de humanidades.