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crucial y cruento papel

Al llegar al valle del Mapocho, los conquistadores construyeron un precario asentamiento. Transcurridos siete meses, el 11 de septiembre de 1541 la recién fundada ciudad sufrió el embate de indígenas que, comandados por el toqui Michimalongo, buscaban recuperar el territorio invadido por los españoles. Valdivia estaba de expedición fuera de Santiago cuando el episodio aconteció. Los cronistas relatan que las tropas estaban al borde de la derrota, pero la intervención de Inés de Suárez fue decisiva para revertir el resultado.

Ante los gritos de auxilio de los caciques que mantenían prisioneros, ella ordenó degollarlos e incluso blandió la espada para hacerlo por sí misma, pues ella entrevió que podían envalentar a sus subordinados. Acabando con esto, lanzó las cabezas por arriba de la muralla y los indios reaccionaron huyendo del lugar. Gracias a Suárez, que salvó unos animales, los conquistadores pudieron alimentarse al término del asedio. Dentro de la participación de Inés de Suárez en la campaña de conquista, esta es su hazaña heroica más recordada a lo largo de los siglos. Sin embargo, y a pesar de lo que afirman las crónicas, ilustres intelectuales del siglo XIX, como Claudio Gay y Benjamín Vicuña Mackenna, niegan la veracidad de estos hechos porque no aparecen consignados en las Actas del Cabildo de Santiago. Para confrontar estas opiniones se recurre al proceso judicial de Pedro de Valdivia en el que él y otros conquistadores de su empresa declararon como ciertos estos sucesos.