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Anhelo de volver

Rubén Darío recordó siempre sus vivencias en Chile, país que marcó su personalidad literaria: "Los dos años y medio que permaneció en Chile fueron sumamente propicios al joven poeta. El, que en la América Central no había vivido más que una existencia casi primitiva y no había hallado sino a un joven poeta, el salvadoreño Francisco Gavidia, que influiría en su orientación literaria, tomó en Chile, contacto con la vida moderna y los refinamientos europeos, que tan vivos reflejos debían poner en su obra, y encontró a algunos escritores que le revelaron dominios estéticos insospechados. Y él, que no había conocido en su tierra más que a los autores españoles y al Víctor Hugo de Chatiments, descubrió en Chile las letras y el arte europeos y leyó a los nuevos escritores franceses que debían influir en su espíritu hasta sugerirle toda una revolución en la literatura castellana. Así, pues, escribió en este país sus libros de juventud más importantes, dos de los cuales: Las Rimas, Azul..., fueron un preludio de su obra extraordinaria, y el segundo, el son de clarín de la campaña modernista. El mismo ha declarado que halló en Chile 'nuevos aires' para sus ansiosos vuelos'" (Contreras, Francisco. Rubén Darío: su vida y su obra. Santiago: Ercilla, 1937. p. 77).

En 1912, durante su último viaje a Argentina, Darío quiso regresar a nuestro país, pero su salud se lo impidió. En esa instancia escribió una carta a Luis Orrego Luco, la cual fue reproducida en la revista Pacífico Magazine, en enero de 1921. En esta le expresó sus sentimientos hacia Chile: "A través de tanto tiempo y de tanta distancia, hemos guardado un largo silencio. Mi afecto por Chile se ha conservado el mismo después de tan largos días, y han revivido siempre en mí aquellas pasadas horas (...) Nunca podré olvidar que allí pasé algunas de las más dulces horas de mi vida, y también de las arduas, pues en Chile aprendí a macizar mi carácter y a vivir mi inteligencia".