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El Origen de las Especies por medio de la Selección Natural (1859) y El origen del hombre (1871)

Luego de su viaje por el mundo a bordo del H.M.S. Beagle, Charles Darwin retornó a Inglaterra y se recluyó en sus estudios de zoología y botánica. De igual modo, ocupó parte de su tiempo en ordenar y catalogar la colección de muestras animales, vegetales y de fósiles que había recopilado en tierras sudamericanas y oceánicas.

Sin embargo, se demoró cerca de cinco años en retomar el estudio de sus apuntes de viaje, acumulados en cuadernos de campo y libretas de apuntes que redactó en paralelo a su diario de viaje.

Así, en 1842 comenzó el proceso de sistematizar sus ideas en torno a las teorías del origen de las especies, comunes en Europa en aquella época, a partir de las observaciones de la flora, fauna y culturas humanas con las que compartió en su travesía. Para 1844, Darwin ya había conformado un breve tratado en el que expuso sus conclusiones, las que luego complementó con datos propios y de otros autores. En ese sentido, Darwin siguió al pie de la letra el método científico para desarrollar su teoría, basándose en evidencia material y concreta.

Sobre las impresiones y la influencia del viaje por Sudamérica, Darwin escribió: "Me impresionaron mucho ciertos hechos que se presentan en la distribución geográfica de los seres orgánicos que viven en América del Sur y en las relaciones geológicas entre los habitantes actuales y los pasados de aquel continente. Estos hechos (…) parecían dar alguna luz sobre el origen de las especies, este misterio de los misterios, como lo ha llamado uno de nuestros mayores filósofos (se refiere al matemático y astrónomo John F. W. Herschel (1792-1871))" (Darwin, Charles. El origen de las especies por medio de la selección natural, Tomo I. Traducción del inglés por Antonio de Zulueta, Madrid: Calpe, 1921, p. 12).

Antes de la revitalización de la teoría de la evolución producida por Charles Darwin, la mayoría de los naturalistas pensaban que las especies eran inmutables y que no existía relación directa entre especies similares, puesto que cada una de ellas había tenido su propio proceso de creación. Aquello tenía una conexión directa con el creacionismo religioso, por lo que se evitó por bastante tiempo el conflicto con la hegemonía de la Iglesia Católica y del protestantismo europeo (García González, Armando. Darwin desde Darwin. Madrid: Catarata, Biblioteca Darwiniana, 2010, p. 181-182).

Uno de los motivos que movilizaron a Darwin a redactar sus reflexiones en el transcurso de un año, fue el intercambio de correspondencia con Alfred Russell Wallace (1823-1913), otro naturalista inglés que para la misma época había llegado a las mismas conclusiones que Darwin durante sus expediciones en Malasia (Darwin, p. 30). Tras un tenso debate llevado a cabo por ambos científicos en la Royal Society of London for Improving Natural Knowledge, para definir quién era el propietario de la idea original, sus diferencias y cuales elementos daban consistencia a la teoría, decidieron trabajar en conjunto para perfeccionarla, ya que sus conclusiones fueron complementarias. Luego de este trabajo conjunto, Charles Darwin decidió separarse de Wallace para continuar su trabajo de manera individual, por lo que publicó en 1859 su obra El origen de las Especies por medio de la Selección Natural, bajo el título original en inglés de On the Origin of Species by Means of Natural Selection, or the Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life.

Los elementos más importantes presentados por la teoría de Darwin fueron: el respeto por las ideas creacionistas, las que citó de manera continua con la finalidad de evitar una confrontación directa con el cristianismo; la combinación entre factores internos y externos para el desarrollo de cambios biológicos; la lucha por la existencia como mecanismo de evolución y la supervivencia del más apto, a través de la adaptación de los organismos a su ambiente natural; la teoría de la descendencia por modificación, originada en los procesos de reproducción biológica; y, por último, dar fundamento a su concepción de la selección natural por medio de los propios mecanismos de subsistencia de cada especie (Pérez, Vicente. "Cuando Charles Darwin publicó El Origen de las Especies". Punta Arenas: Anales Instituto Patagonia, 2009, Volumen 37, Número 2, p. 53).

Respecto de los conceptos de lucha por la existencia y selección natural, Darwin agregó que: "Todo ser, si varía, por débilmente que sea, de algún modo provechoso para él bajo las complejas y a veces variables condiciones de la vida, tendrá mayor probabilidad de sobrevivir y de ser así naturalmente seleccionado. Según el poderoso principio de la herencia, toda variedad seleccionada tenderá a propagar su nueva y modificada forma. (…) la selección natural produce casi inevitablemente gran extensión de formas de vida menos perfeccionadas y conduce a lo que he llamado divergencia de caracteres" (Darwin, p. 34).

El método utilizado por Darwin para exponer sus ideas se basó en la redacción de sus conclusiones a modo de premisas, las que luego son complementadas con datos específicos de especies comparadas en diferentes hábitats de Europa, América y Asia, y resalta sus similitudes y diferencias.

Para dar sustento histórico y científico a estas ideas, Darwin hizo un amplio repaso por los diferentes autores que de manera previa habían planteado la idea de la evolución biológica y la selección natural como mecanismos de formación de los organismos vivos. Así, citó autores como Georges-Louis Leclerc de Buffón (1707-1788), Jean-Baptiste Lamarck (1744-1829), Geoffroy Saint Hilaire (1772-1844), William Herbert (1778-1847) y Herbert Spencer (1820-1903), entre muchos otros, dando a entender que su resolución teórica fue un trabajo colectivo que involucró a muchos connotados científicos a lo largo del tiempo.

A pesar de los amplios conceptos entregados por Darwin en esa obra, señaló que no estaba concluida, ya que sus observaciones comprendían también al desarrollo de los seres humanos, los que no incluyó en El Origen de las Especies de 1859. En ese sentido, para completar su estudio y propuesta científica, Darwin elaboró durante doce años una obra complementaria, titulada El Origen del Hombre, la que publicó en 1871. En dicho texto, Darwin se esmeró por demostrar, a través de comparaciones de comportamiento entre los "hombres salvajes", el "hombre civilizado", los animales domésticos y animales salvajes, que básicamente no existía gran diferencia entre cualquier tipo de criatura de la naturaleza y los propios seres humanos, y dio a entender de esa forma que, al ser todas las especies partícipes de un proceso de selección natural común, las "razas humanas" cambian o evolucionan a través de los mismos mecanismos. Para Darwin, el mayor elemento evolutivo del ser humano sería la selección natural a través de la selección sexual y la producción de prácticas culturales relacionadas a la reproducción, que opera a través de la mujer al elegir una pareja de apareamiento. Al mismo tiempo, planteó que existen elementos sicológicos, éticos y morales que permiten la aparición de las "razas humanas", entendidas en tanto variaciones biológica culturales (Darwin, Charles. El origen del hombre. La selección natural y la sexual. Barcelona: Trilla y Serra Editores, 1880).

Ambas obras de Charles Darwin abrieron un tenso debate entre los científicos a favor de ella, que posteriormente serían denominados "darwinitas" o "darwinianos"; su contraparte, escéptica y tradicional, denominados "anti-darwinianos", defensores del creacionismo natural y de la independencia de las especies; y las iglesias cristianas, abiertamente contrarias a la idea de la evolución, puesto que, según ellas, esta teoría atentaba contra la idea de la creación divina (Pérez, p. 54-57).