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Visita a la costa de Brasil

El paso por Brasil permitió por primera vez a Darwin entrar en contacto con un medio biótico y zoológico completamente distinto de aquel con el que estaba familiarizado en Europa.

La visita de la expedición se concentró en Río de Janeiro, principalmente las zonas de Cabo Frío y la bahía de Botafogo.

También quedó profundamente impresionado por las precarias condiciones de vida de la población afrodescendiente de ese país, que mantenía su estatus de esclavitud. Al respecto escribió que "durante mi estancia en esa hacienda (propiedad situada en el río Macae que desemboca en Cabo Frío), estuve a punto de asistir a uno de esos actos atroces que sólo pueden presentarse en aquellos países donde reina la esclavitud. A consecuencia de una querella y de un proceso, el propietario casi estaba decidido a quitarles a los esclavos varones sus mujeres y sus hijos para ir a venderlos en pública subasta en Río. El interés, y no el sentimiento de compasión, fue lo que evitó que perpetrara ese acto infame. Hasta me aventuro a creer que el propietario jamás pensó que pudiera haber algo de inhumano en el hecho de separar así treinta familias que vivían juntas desde hacía muchos años, y sin embargo, lo afirmo, su humanidad y su bondad le hacían superior a muchos hombres. Pero a eso se puede añadir, en mi opinión, que no hay límites para la ceguedad producida por el interés y el egoísmo" (Darwin, Charles. Viaje de un naturalista alrededor del mundo. Buenos Aires: Librería El Ateneo, 1945, p. 55).

Agregó, además, que en la costa brasileñan y el interior del país existían aldeas y haciendas pertenecientes a "negros cimarrones", es decir, que se habían escapado de sus patrones por malos tratos y violencia ejercida sobre ellos y sus familias.

El viaje prosiguió luego por la "Banda Oriental" o Uruguay y Argentina.