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baja de las tasas de mortalidad infantil

Durante el siglo XX la mortalidad infantil ha tenido una trayectoria descendente a pesar de que en el inicio fue bastante elevada. En los primeros quince años del siglo la mortalidad infantil (muertes acaecidas antes del primer año de vida) registraba valores sorprendentemente elevados; en ese entonces casi 300 de cada 1.000 niños morían antes de cumplir el primer año de vida. Desde 1915 hasta 1940 la mortalidad infantil se mantuvo por sobre las 200 defunciones por mil nacidos vivos. A partir de 1940 se registra un descenso importante, el cual continúa en forma paulatina durante los 25 años siguientes, sin embargo en dicho período las tasas se mantienen sobre 100 por mil.

Desde la década de los setenta, fruto de los esfuerzos en el campo de la atención de la salud materno infantil, la tasa de mortalidad infantil disminuyó al 57 por mil (1975), cifra bastante inferior a la registrada en los años cincuenta. Las causas de esta fuerte baja y del permanente descenso en los decenios siguientes se debe principalmente al aumento de las inversiones en salud, el establecimiento de programas de nutrición complementaria, los adelantos en materia de educación de las madres y el descenso de la fecundidad, con la consecuente reducción de los riesgos asociados a los altos ritmos reproductivos del pasado. De esta forma a fines del siglo XX la mortalidad infantil de Chile es una de las más bajas de la región y sólo alcanza a 8 defunciones por mil nacidos vivos.