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fuerte crecimiento

En la primera mitad del siglo XX el ritmo de incremento de la población chilena fue lento, aunque siempre en ascenso. A inicios del siglo la población alcanzaba cifras superiores a los 3 millones de habitantes, el censo de 1907 registró a 3.231.022 de personas, mientras que a inicios de la década de los cuarenta la población chilena superaba los 5 millones de habitantes. El bajo crecimiento poblacional se debía principalmente a las elevadas tasas de mortalidad que afectaban a la población, especialmente a los niños menores de un año; la muerte temprana era muy común en este período.

A mediados del siglo esta situación cambió, observándose un fenómeno de aceleración del crecimiento de la población chilena; el censo de 1952 registró a 5.932.995 y en la década de los sesenta la población había superado los siete millones. Durante este decenio (1950-1960) se registró el más alto crecimiento, la tasa de crecimiento intercensal alcanzó a 2,7 por ciento. Esto se debió a la persistencia de niveles relativamente elevados de natalidad y de la rápida declinación de la mortalidad. Con todo, en las siguientes décadas, se observa una tendencia contraria, pues la fecundidad (promedio de hijos por mujer) baja bruscamente provocando la caída de la tasa de crecimiento, que se redujo al 1,7 por ciento en los años setenta y ochenta.

En las últimas décadas del siglo XX esta tendencia se acentuó aun más, la población en términos absolutos creció, el censo de 1992 contabiliza a 13.348.401 chilenos y en el censo de 2002 (v. I y v. II) el total de población supera los 15 millones. Sin embargo el ritmo de incremento demográfico sigue disminuyendo y en el último período intercensal (1992-2002) se registra una de las tasas de crecimiento media anual (1,2 por ciento) más bajas del siglo.