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recogieron experiencias extranjeras

Con el objetivo de mejorar la calidad de la enseñanza del dibujo, el Gobierno de Chile durante los últimos decenios del siglo XIX puso en práctica la estrategia de enviar profesores al extranjero para incorporar posteriormente los conocimientos adquiridos en las aulas nacionales. Por ejemplo, Abelardo Nuñez aplicó, luego de conocer la metodología norteamericana, el sistema de enseñanza gradual del dibujo, categorizando su aprendizaje en ciclos progresivos.

Otros cambios se debieron a Hermann Krüsi, autor de un manual didáctico para maestros, enfocado al uso del dibujo como habilidad auxiliar para otras materias. Rómulo Peña, por su parte, incorporó conceptos pedagógicos alemanes en los cuales el maestro operaba como guía del estudiante en la selección de las temáticas; esta aproximación privilegiaba el dibujo natural de imitación y el de inventiva, apelando así al desarrollo de la sensibilidad estética.

Implementado por Julio Bañados Espinoza durante el gobierno de José Manuel Balmaceda, el sistema concéntrico -que proponía agrupar los ramos pertenecientes a un mismo orden de conocimientos, para que el estudio fuera progresivo desde primero a sexto año-, buscó vincular jerárquicamente diversas materias entre sí. En el caso del dibujo, este se convirtió en una asignatura al servicio de las matemáticas (para la representación de figuras geométricas) y la geografía (trazado de mapas).

En 1901 se publicó el Primer Programa de Dibujo para la Educación Primaria, traducción y adaptación del programa belga a cargo de Manuel Veas Fernández. Este plan da cuenta de un giro hacia el dibujo natural a mano alzada, en oposición al método lineal y mecánico antecedente.

Alberto Mandujano fue enviado a realizar pasantías en Francia y Bélgica entre 1912 y 1913. Sus conclusiones establecieron la necesidad de modernizar la enseñanza del dibujo con el objetivo de desarrollar la imaginación, la sensibilidad y la memoria visual de los niños. También consideraba que la producción artística podía ser un complemento positivo para otras asignaturas mediante, por ejemplo, la creación de ilustraciones.

Gracias a su experiencia en el Instituto Pedagógico de Dresden, donde viajó comisionada por el Gobierno de Chile en 1928-, Luisa Salinas trajo consigo una visión centrada en la creación infantil y el disfrute de la experiencia estética. El dibujo era, desde este enfoque, un derecho expresivo de los individuos, que permite vincularlos con su identidad cultural.

Pese al gran valor pedagógico de las experiencias y conceptos introducidos por estos docentes, su penetración efectiva en las aulas locales nunca llegó a concretarse sino en forma aislada.