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orígenes de la educación artística escolar en Chile

En 1797 se dictó la primera cátedra de dibujo en la Real Academia de San Luis, a cargo del profesor italiano Martín Petri, cuya contratación fue gestionada por Manuel de Salas. Dentro del canon neoclasicista, el dibujo era considerado fuente y principio de las artes, premisa que determinó la metodología de enseñanza del artes a lo largo de todo el siglo XIX. La clase de dibujo se dictaba a diario y las lecciones contemplaban la reproducción de modelos y copia de láminas de arte francés. Se pretendía que los alumnos desarrollaran la habilidad de registrar objetos visualmente, con rigor técnico y fidelidad a su morfología y dimensiones, y formar así artesanos capaces de servir a la incipiente industria nacional, a la arquitectura y la construcción. En definitiva, mano de obra para el progreso material y espiritual propugnado en el ideario ilustrado.

En 1842 la Escuela Normal de Profesores dio el primer paso en la sistematización de la enseñanza artística, al hacerse cargo de la formación de profesores para la asignatura de dibujo lineal. Asimismo, dos años más tarde, se dispuso utilizar como texto oficial para las clases de dibujo el libro Principios del dibujo lineal, de A. Bouillon.

En 1849, atendiendo a la escasez de espacios de formación de la cual adolecían el arte nacional que denunció Domingo Faustino Sarmiento, se fundó la Academia de Pintura. El objetivo de esta institución, según su director Alejandro Cicarelli, era por una parte formar artistas encargados de representar hechos gloriosos y decorar los templos y edificios públicos, pero también formar profesores de dibujo con una visión teórica y práctica consistente. Ese mismo año se fundó la Escuela de Artes y Oficios, orientada a la capacitación de "artesanos en diversas áreas del quehacer industrial para obtener una mayor autonomía en la producción de bienes que el país debía comprar en el extranjero" (Errázuriz, Luis. Historia de un área marginal, p. 55).

La Ley de Instrucción Primaria de 1860 estableció el reconocimiento formal en el currículum de la enseñanza del dibujo, pasando esta a tener carácter obligatorio.