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infancia e iniciación en la escritura teatral

Egon Raúl Wolff Grobler nació el 13 de abril de 1926 en Santiago, en una familia formada por el padre Walter Wolff, ingeniero eléctrico nacido en la Prusia Oriental enviado a Chile por la empresa alemana Siemens; la madre, Inés Grobler Dahl, santiaguina, hija de inmigrantes alemanes y dueña de casa; y Erna, la hermana, tres años mayor que Egon. Al joven Egon Wolff, como único hijo hombre en un hogar de rigurosa disciplina germánica -formalizada en el Colegio Alemán, luego en el Deutsche Schule y finalmente en la Escuela Militar de Santiago-, se le exigió formarse para convertirse en un hombre económicamente productivo. Por ello, su temprana afición por la poesía debió quedar en secreto, y sólo podía escribir de noche, en complicidad con Erna, quien ante sus padres simulaba enseñar idioma alemán a su hermano durante esas horas.

Entre los 14 y 22 años de edad, como respuesta a esta severa formación, Wolff se enfermó de tuberculosis en cuatro ocasiones. En busca de un mejor clima para sus pulmones, realizó un viaje que daría lugar a su decisivo primer contacto con el teatro: en una pensión para enfermos respiratorios en Quilicura conoció a Eugenio Ovalle, un estudiante de actuación de la Universidad de Chile con quien entabló una profunda amistad. Fue Ovalle quien introdujo a Wolff en el teatro contemporáneo.

Siete años más tarde, Egon Wolff, ingeniero químico, empresario pionero en la producción de derivados de algas marinas, había dejado completamente de lado sus inquietudes creativas. Casado con Carmen Peña y ya con un primer hijo, Eduardo, recibió una invitación al estreno de La muerte de un vendedor viajero, del dramaturgo norteamericano Arthur Miller, donde actuaba su antiguo amigo Eugenio Ovalle. Decidió asistir y fue tal el impacto de la obra en él, que volvió para presenciar las siete funciones siguientes. Luego, consiguió el libreto y lo leyó diez veces seguidas.

En el verano de 1957, el mismo año de nacimiento de Enrique, su segundo hijo, Egon Wolff escribió su primer escrito dramático, Maní para la novia, que inspiraría la posterior Discípulos del miedo, de 1958, donde su dramaturgia se integra plenamente al Teatro Experimental de la Universidad de Chile y donde ya aparece aquello que él mismo señalaría como el eje central de su obra: "El terror de la clase alta a la pobreza".