La década de los ochenta comenzó con la última pelea de Martín Vargas por el título mundial. Tras esto, el escenario se mostraba propicio para que nuevos púgiles conquistaran los cuadriláteros. Tres figuras destacaron en este periodo por disputar títulos mundiales, todos en categorías medianas.

El día 5 de junio de 1982, Benedicto Villablanca disputó el campeonato mundial de los pesos liviano junior frente al monarca de la Asociación Mundial de Boxeo Samuel Serrano. El escenario elegido para disputar la pelea fue el teatro Caupolicán. Allí Villablanca consiguió la victoria, sin embargo, el público cuestionó la decisión del árbitro ya que en el combate, el campeón parecía haber cometido una grave falta. A pesar de que Villablanca obtuvo en esa ocasión el cinturón de monarca mundial de la categoría, después de unos meses el combate se declaró nulo. No obstante, se le otorgó al púgil una nueva oportunidad para disputar el título mundial. Esta vez el rival fue el estadounidense Roger Mayweather, quien en la pelea realizada el 17 de agosto de 1983, dejó fuera de combate al chileno cuando corrían los cuarenta segundos del primer round.

La segunda figura que sobresalió durante esta década fue Benito Badilla, un púgil de bajo perfil. El año 1982, para sorpresa de muchos, el boxeador supergallo tuvo la posibilidad de disputar el cinturón mundial de la categoría en un combate realizado en San Juan, Puerto Rico, ante el dominicano Leo Cruz, quien no tuvo mayores inconvenientes en retener el título.

Otro de los púgiles destacados fue Cardenio Ulloa. El peso gallo enfrentó el 14 de diciembre de 1984 en el Convention Center de Miami, al campeón Richie Sandoval. En dicho combate, por única vez en la historia del boxeo, un chileno envió a la lona a un monarca. El hecho sucedió en el tercer round. Pero Ulloa no pudo sostener su superioridad inicial. Cinco rounds después, el campeón alcanzó la victoria por knock out técnico. Nuevamente Chile fracasó en su intento de obtener el título mundial.